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martes, 15 de diciembre de 2009

Mary & Max

Mary Daisy Dinkle es una niña de 4 años que no tiene amigos y vive en Australia, para revertir esta situación, no se le ocurre nada mejor que escribir a una dirección de una guía de teléfonos de New York. Max Jerry Horowitz es un señor antisocial que vive en el corazón de New York y cuya unica amistad nace de las cartas que le envía una niña al otro lado del mundo.


Destripando.

Mary & Max anuncia en sus primeras líneas lo que la película nos va a mostrar: una amistad epistolar entre una niña curiosa de Australia y un hombre anti-social de New York.

Lo que puede parecer algo inocente en un principio, se va convirtiendo por méritos propios en una sucesión de escenas profundas, con personajes de carne y hueso que ahondan en la tragedia que es este mundo sin un ápice de dramatismo y con una desenvoltura al alcance de muy pocos. La aventura que inicia la pequeña Mary está llena en todo momento de un humor fino que se filtra en cada plano de la película (un gran punto a favor, sin duda). Con un diseño visual arriesgado y unos dibujos a la altura de los personajes (impagable los pequeños gestos de plastilina), todo encaja perfectamente en el pequeño mundo del stop motion que el espectador puede notar como un mundo tan real y maravilloso como surrealista. Tan fascinante y feliz como triste y cruel.

Algo espectacular a tener en cuenta para Mary & Max es que sus epístolas translucen, en un primer momento, la inocencia de la infancia, el despertar de la adolescencia y la llegada a la madurez; y que esto, a medida que avanza el metraje, mezcla perfectamente con ese otro mundo en el que viven inmersos sus personajes: un mundo inhabitable, trágico, incomprensible, triste, espartano y fatigoso.

Es aterrador comprobar como el mundo de Max y Mary, por muy lejanos que estén, carecen totalmente de algún ápice de esperanza o belleza. Y aún así, te dejas fascinar por ambos, por el humor que sus dudas plantean y por la fuerza que radica en sus vidas, en sus pequeños actos. Por todas y cada una de las cosas que se muestran en la pantalla.

Lo que Mary & Max nos deja es una peripecia vital en toda regla. Algo que cala hondo, más allá del humor que la película derrocha, queda un poso existencial que sólo las grandes obras han podido transmitir al espectador con asombrosa facilidad como ahora lo hace este maravilloso film.

Quizá lo más asombroso es darse cuenta de que con estos seres disfuncionales y de plastilina también pueden florecer los sentimientos atemperados, los sentimientos que escondemos en nuestra coraza de carne y hueso.

Todo un logro, sí, señor.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Signs

Graham Hess, un ex-reverendo que ha perdido la fe después del trágico fallecimiento de su esposa, vive con su familia en una granja en la pequeña localidad de Doleystown. Allí descubre por sus hijos lo que parecen unas señales realizadas en su cosecha. Señales que aparentan tener un carácter marciano.



Destripando.

Ya os lo dije en algún post anterior y os lo vuelvo a repetir: Shyamalan me tiene agarrado por los órganos reproductores, así que si ordena silbar, silbo.

Su cine se me ha revelado como uno de los sellos imperecederos en el género de la intriga (que no del terror) con películas como esta que hoy se nos presenta: Signs.

En Signs, Shyamalan se introduce en la familia de un predicador, Graham Hess (Mel Gibson), para relatarnos el fin del mundo de la mano de una invasión extraterrestre.

Así es, ni más ni menos, la pequeña hazaña del director. Aunque uno de los temas que más ocupa en la pantalla sea la pérdida de la fe por parte de un hombre religioso al ser maltratado por la vida, para mí lo realmente asombroso es lo relatado anteriormente: como en el culo del mundo se puede vivir una invasión extraterrestre con una emoción y una tensión pocas veces vista por el autor aquí presente.

Inspirado por H. G. Wells y varios de los clásicos de antaño, el talento que nace de Shyamalan se traduce en la creación de planos y en el movimiento de la cámara para contarnos la historia. Ahí es donde tiene el genio su genio. Un genio con una potencia y una precisión únicas, claro. Con un pulso férreo y sabiendo en cada momento cuántas gotas hay que echarle al tema, Shyamalan hace que apretemos el esfinter de tal forma que no podamos articular palabra ante la pantalla.

Hay que destacar el gran trabajo de los actores. Mel Gibson como Graham Hess nos deja una buena interpretación; Joaquin Phoenix como Merrill, el hermano pequeño, también está a la altura (lástima que se le esté yendo la perola); y los niños Rory Culkin y Abigail Breslin, Morgan y Bo Hess en la película, respectivamente están sensacionales como correa de transmisión durante toda la historia. Su interpretación nos deja escenas llenas de intriga, inocencia, tensión, humor y terror.

Para la duda dejo si es acertado mostrar al monstruo, al protagonista de las pesadillas. En toda la película no se muestra nítidamente y eso es precisamente lo acertado de la propuesta, el temor a lo insondable. Es curioso que la tensión se desvanece en el tramo final justo cuando el invasor muestra su cara, es ahí cuando la película pierde entereza y todo se va desmoronando en tópicos.

Qué grande hubiera sido si hubiese continuado con las propuestas de algunas escenas al final: el enemigo a través del reflejo. Nunca de cerca, sólo susurrado, siempre protagonizando la ingrata percepción de que el monstruo es horripilante, terrorífico, malvado.

Para quitarme el mar sabor de boca pensé en como utilizó el televisor (fíjate tú): ese denostado aparato que hace que nos retorzamos de dolor cada vez que vemos su programación y, sin embargo, que esplendor de cacharro cuando nos cuenta que el mundo se está yendo al garete imagen tras imagen.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Anthony Zimmer

François Taillandier es un hombre recién divorciado que se ve implicado por accidente en la búsqueda de un peligroso mercenario: Anthony Zimmer. A este hombre le buscan tanto el servicio secreto francés como la KGB, unos con el objetivo de detenerle, otros con el objetivo de matarle.



Destripando.

Interesante thriller gabacho que centra su argumento en la búsqueda del mercenario Anthony Zimmer, el cual, huido de la justicia, es buscado por evasión y blanqueo de dinero. Tan peligroso es Zimmer como violenta es la persecución: el servicio secreto francés, encabezado por los agentes Chiara (Sophie Marceau) y Akerman (Sami Frey), como el antiguo KGB, dirigido por el siniestro Nassaiev (Daniel Olbrychiski) intentarán cazarle. En tan frenética persecución se enreda Françsois Taillandier (Yvan Attal), un turista que es confundido con Anthony Zimmer.

Anthony Zimmer no es mala película en su inicio y en su desarrollo. La tensión y el argumento se van desgranando y van increscendo según la trama va concluyendo. A su paso podemos ver las oscuras artimañas y los terribles métodos que son utilizados en pos de una persecución que dejará sin aliento al espectador, o por lo menos mantendrá a este en su asiento.

A medida que la película avanza, he sentido dos cosas: la primera es notar un cierto halo de semejanza en algunas expresiones de Yvan Attal con el todopoderoso Robert de Niro (el joven, claro...). A medida que transcurre la película, no he dejado de notar estas similitudes en pequeñas miradas, en pequeñas expresiones que me recordaban al rey del Bronx.
Lo segundo, es la increible pulsión hacia el camino del amor (y de la desesperación, claro) por Sophie Morceau. Cuando el metraje andaba por la mitad, sus pequeños gestos me habían cautivado hasta lo extremo, deseoso de ver más de su expresión, de su cuerpo y de su cara...

Y así se ha ido desgranando el argumento hasta un final que... ¿os he comentado la pasión naciente por Sophie Morceau? Creo que es el principio y el final de la película. Ella y nada más que ella.

Detrás de ella, de su sencillez, se va escapando una buena historia que en su desenlace recuerda a otras cientos de miles de películas... Claro que si uno mira de reojo, e imagina a Robert de Niro en estado de gracia acercándose a Sophie Morceau... Todo thriller puede convertirse en obra de arte, ¿no?

jueves, 3 de diciembre de 2009

As good as it´s get

Melvin Udall es un escritor racista, antisocial y con claros síntomas obsesivo-compulsivos. Carol Connelly es una camarera solitaria que vive con su madre y su hijo enfermo. Simon Bishop es un pintor gay que cae en la desesperación más absoluta cuando es asaltado en su propia casa. Melvin ayudará a Bishop y a Connelly sin saber las terribles consecuencias que conllevará para su vida rutinaria y obsesiva.


Destripando.

Melvin Udall (Jack Nicholson), escritor de novelas románticas y con trastorno obsesivo-compulsivo, se verá coartado por Frank Shachs (Cuba Gooding Jr.), marchante de arte que trata al pintor Simon Bishop (Greg Kinnear), para que cuide el perro de este último. Este pequeño "favor" desencadenará una sucesión de hechos que pondrán en peligro el estilo de vida acomodado y monótono de Melvin.

Han de saber que uno de los firmantes en la película es el legendario Mel Brooks. Sólo con este nombre ya bastaría para definir el fino aroma que desprende As good as it´s get. Aunque el envoltorio lleve el sello de comedia romántica, en esta película se deja entrever un cine que va más allá del argumento del amor. Puro cine que explora sin límites las tragedias diarias, humanas, deprimentes y paranóicas de los seres humanos. Y todo ello vestido con un humor y unas escenas hilarantes.

A parte del señor Brooks hay otro gran punto a destacar: Melvin Udall. Este gran personaje, que borda Jack Nicholson (uno de los mejores para el aquí presente), sirve de cimiento para que se construya sobre él toda una ópera al buen cine. Al cine con mayúsculas, al que se saborea y con el que uno disfruta. Vamos, cine Mel Brooks.

El resto del elenco cumple con creces el pulso del señor Nicholson y ayudan a la película con unas interpretaciones que marcan en ambos extremos de la película: en la comedia y en la tragedia. Porque si algo tiene esta película, es una increible facilidad para ir de un polo al otro con una facilidad y una sencillez acongojantes.

Además, el hilo conductor que supone la metamorfosis de Melvin nos lleva a una catarsis con el antes y el después, con sus penas y sus alegrías. Es esta metamorfosis el mejor epílogo de una película que saboreas en su desarrollo y te marca en su final.

Al fin y al cabo, intentar ser mejores personas nunca está de sobra en este mundo, ¿no?

viernes, 20 de noviembre de 2009

Brick

Brendan recibe una llamada de su ex-novia, Emily, aterrorizada. Dos días después yace muerta en un desagüe de la ciudad. Brendan, con ayuda de su amigo The Brain, comenzará la peligrosa búsqueda de respuestas al homicidio de Emily y al nombre de su asesino.


Destripando.


Interesante thriller urbano que se adentra de una manera hábil y subrepticia en el mundo de las drogas.

Un muchacho adolescente haya el cuerpo inerte de la que antaño fuera su novia. Buscando la verdad y con ayuda de su amigo The Brain, Brendan se adentrará en los ambientes del tráfico de drogas para descubrir al asesino y descubrir las razones del homicidio.

Una película interesante, que habla con un estilo personal, a veces lleno de humor y otras veces lleno de tensión. Cine que juega visualmente con el espectador y al que enreda con una trama muy bien vestida por el decorado; equilibrado entre las sordidez, la elegancia y lo terrenal.

El único punto en contra que encuentro es la post-adolescencia del elenco actoral. No me creo que acciones de tamaña magnitud sean perpetrados por gente veinteañera. Aún así, se reconoce el gran trabajo de todos los implicados y se agradece en gran medida el halo de belleza clásica con el que cubre Nora Zehetner su papel de Laura. Además, una vez metido en el visionado y conociendo la juventud de hoy en día, ese punto en contra se vuelve abstracto.

Hay algo latente en el metraje de Brick, no sabría decir muy bien que es, pero es posible que la definición buscada rememore el estilo y la magnitud a las grandes obras del género. Lo que está claro es que Brick se sitúa por encima de la media en las propuestas del cine de hoy. Se echan de menos este tipo de apuestas.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

The Birds

Melanie Daniels va en busca de un regalo para su tia a una pajarería. Allí, Mitch Brenner, un abogado criminalista de San Francisco, le confunde voluntariamente con una dependienta y le pide una pareja de aves para el cumpleaños de su hermana pequeña. Melanie, ni corta ni perezosa, le devolverá la broma en una jugada maestra: le llevará los pájaros que pidió hasta la misma puerta de su casa en el pequeño pueblo de Bahia Bay.



Destripando.

Y así se inicia la que para mí es toda una película de ciencia ficción, de terror, de caos.

No se si sabrán de mi pasión por la desesperación humana justo en los momentos de la extinción como raza, por si acaso ya les digo que mi interés por humanos preguntándose el por qué de lo que les ocurre mientras fenecen a manos de poderes desconocidos es un jugoso paladeo para mis ojos, un goce visual.

En The Birds se dió la ocasión tan rara (casi como cuando se alinean los planetas) de que todo un maestro en el cine del suspense contrastado atrapa un guión de catástrofes sobrenaturales. Así es como se muestra esta película. Lo que parece ser un comienzo de comedia romántica al uso, se acaba convirtiendo en toda una debacle humana con la mejor banda sonora posible: graznidos de cuervos. Acompañado, claro está, de la mano del genio, del maestro. Hitchcock se mueve en diversos escenarios de la bahía y prepara bien la acometida de sus vengativas aves. Nos raciona el oxígeno con un pulso inigualable: la aparente tranquilidad de un pueblo costero, el misterio que acompaña a los primeros ataques, el desasosiego que produce una realidad imposible, el drama de los caídos, el pánico de las víctimas, las preguntas en la desesperación del populacho.

Toda la película está llena de perlas: la escena de Tippi Hedren esperando a los niños a la salida del colegio es inmortal. Y la escena que se desarrolla en la cafetería todavía me deja estupefacto: pánico, incredulidad, miedo, humor punzante...

The Birds supone para mi un regalo caído del cielo. Es como si Spielberg o Scorsese se pusieran a rodar una de zombies. Lástima que no tengan un talento y una factura como el director que aquí se menciona con auténtica devoción.

Postdata: he leído algunas reseñas que indican que el señor Hitchcock tenía en mente otro final distinto que por motivos económicos no pudo realizarse. Al llegar los aliviados supervivientes a San Francisco se encuentran el famoso Golden Gate lleno de enemigos alados.

Otra prueba más de que Dios no existe. ¿Quién, en su infinita sabiduría, negaría el placer de filmar esta escena a Sir Alfred?

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Battlestar Galactica (2003)

Los Cylons fueron creados por el hombre.
Evolucionaron.
Se rebelaron.
Hay muchas copias...
...y tienen un plan.


Destripando.

¿Qué somos? ¿Qué razones nos mueven a hacer lo que hacemos? ¿Por qué somos así? Todas esas preguntas, tan profundas y ambiguas, entran en dos palabras: Battlestar Galáctica.

Unos pocos supervivientes de la raza humana, al borde de la extinción por un ataque cylon nuclear, viajan a través del espacio huyendo de los monstruos mecánicos e intentando buscar esperanza en ese gran vacío que es el universo.

¿Qué hacer cuando la raza humana puede desaparecer?, ¿cómo sostenerse cuando los seres más queridos han perecido a manos de una creación propia?, ¿cómo adaptarse a la pura supervivencia? Y lo más importante: ¿a dónde ir?

Battlestar Galáctica sorprende por su argumento, por su arriesgada temática, por sus tramas complejas en sus cuatro temporadas, siempre dirigidas hacia algún lugar desconocido. Por su acción, por su guión bien hilado y por los personajes que protagonizan esas historias, personajes complejos que se mueven en un mundo que ha caído, que guían sus vidas sin más atisbo de esperanza que morir rápido y sin sufrimiento. Todo ello hace de Battlestar Galáctica una epopeya con sus propios dioses, creencias, mitos y tradiciones, con sus héroes y sus villanos.

Más allá de una quimera galáctica de ciencia ficción y de los ecos de Star Treck o Star Wars; Battlestar Galáctica destaca por su honda reflexión sobre el ser humano, sobre sus razones y sus sentimientos que le llevan a los extremos de la destrucción y de la creación absoluta. Descubriéndose a sí mismo en un punto no muy lejano a los Cylons, con sus defectos y sus perfecciones, con su amor y su odio, con sus decisiones y consecuencias, con su principio y su final. Final que muchas veces no termina en la propia muerte.

sábado, 24 de octubre de 2009

Weeds

Nancy Botwin, mujer recientemente viuda y con dos hijos, decide convertirse en traficante de marihuana para poder pagar las deudas que se le acumulan. En su descabellado objetivo le ayudarán su cuñado y sus amigos más cercanos.

Así, Nancy y sus amigos empezarán un negocio lucrativo y subrepticiamente permitido en todos los estratos de la tranquila y elitista comunidad de Agrestic.

Destripando.


Weeds tiene cinco temporadas, a la espera de la sexta, voy a destriparla quirurgicamente. Como ya he comentado en otras críticas, no me gusta destripar una serie sin que esta haya acabado; ya que lo que hoy es de gran valor, quizá mañana deje de tenerlo. Aún así me voy a arriesgar, dado que la serie se merece por lo menos unos párrafos del que aquí escribe.

Nancy Botwin (Mary Louise Parker) queda viuda cuando su marido Judah (Jeffrey Dean Morgan) sufre un ataque al corazón mientras realizaba ejercicio con su hijo pequeño Shane (Alex Gould). Acuciada por las deudas, Nancy tomará la más descabellada, solícita y peligrosa medida: vender marihuana. En la ingente labor, poco a poco, irá involucrando a sus amigos más cercanos (su vecina Celia y el marido de esta: Dean Hodes; el alcalde de Agrestic, Doug Wilson; su cuñado Andy Botwin) y a su propia familia en el submundo del tráfico de marihuana.

No desentrañaré el argumento ya que en cinco temporadas suceden demasiadas cosas como para ponerlas en un papel, además voy a centrar mi crítica en la visión general de la serie, así el que quiera verla tiene garantizado mi clausula de confidencialidad.

La serie a mi parecer se apoya en tres pilares: su protagonista (Mary Louise Parker), el reparto que le salvaguarda (grande Justin Kirk desde el principio, grande Kevin Nealon, escandaloso el joven Alex Gould, el más pequeño y analítico de los hijos...) y el humor del que hace gala la serie.

Dispara contra todo y contra todos. Si hay algo en Weeds que sobresale es el humor salvaje, visceral y destilado que se encuentra a lo largo de la serie. Con grandes dosis de socarronería, el humor hace que todo engrane desde el primer momento, sobre todo para combatir los puntos negativos que tiene la sociedad americana (y practicamente de cualquier otra sociedad) como son: drogas, infidelidad, moralina, religión, raza, sexualidad...

Apoyados en guiones contundentes, los personajes se van revelando contra su estereotipo asignado y se descubre en ellos a auténticos drogadictos, pervertidos, masoquistas y gente cargada de prejuicios de toda clase. En Agrestic, ciudad residencial donde transcurren sus primeras temporadas, se va observando la doble cara de una sociedad perfectamente moralizada en las leyes y pervertida en la práctica. Allí donde menos lo puedas esperar ves una raíz perteneciente al mundo de la droga. Y es ese mundo el que toman los personajes como normal y lo muestran sin ningún atisbo de vergüenza o temor a escarnio público. Quizá radique en este punto una de sus mejores bazas.

Como punto negativo puedo decir que habiendo visionado las cinco temporadas emitidas, puede que no sea muy estricto a la hora de responsabilizar y culpar a los protagonistas por sus situaciones temporada tras temporada. Es decir, en el mundo de hoy dudo que nuestra adorada y valiente Nancy no hubiese acabado en cualquier vertedero o cuneta mediada la primera temporada. Salvando este punto, Weeds encabeza las series que mejor mezclan el drama, lo cómico, la intensidad en las interpretaciones y las situaciones hilarantes.

Ver el tridente Dean Hoges-Andy Botwins-Doug Wilson (Miller-Kirk-Nealon) a lo largo de las cinco temporadas no tiene precio. Estos tres son una de las mayores sorpresas tanto a nivel coral como individual (quizá Wilson cause repetición durante esta quinta temporada). Bien es cierto que los productores pueden continuar con la serie cinco o diez años más sólo basándose en estos tres personajes.

Lo mejor de Weeds es que más allás de las situaciones surrealistas de porreros y mujeronas, se destila en sus temporadas (sobre todo en la primera) una fuerte crítica al establishment que prohibe el consumo del cannabis (y a la vez se beneficia) y un ejemplo mordaz y real sobre el uso del opiáceo en la sociedad de hoy. Con sus causas y sus consecuencias.

sábado, 17 de octubre de 2009

Let the Right One In

Oskar es un muchacho de doce años, sus padres están separados y vive con su madre, unos compañeros de colegio no dejan de acosarle y acaba de conocer a su joven vecina llamada Eli. Pronto, Oskar descubrirá todo un mundo oculto en los enigmáticos ojos de la chica y los temibles secretos que puede ocultar una niña de su misma edad.


Destripando.

Toda una sorpresa esta Låt den rätte komma in (en español recibió el título de Déjame entrar) para un inexperimentado en lo que respecta al cine sueco. Y más sorpresa aún cuando percibo que la película trata sobre el género de los vampiros.

Oskar es un chico de doce años y como es propio de su edad se aburre, se divierte, juega, es acosado por compañeros de colegio y no tiene ni idea de muchas cosas. Conoce a su nueva vecina, Eli, una chica enigmática y bastante rara la cual no toma dulces, no recuerda el frío y resuelve el cubo de Rubbick en un tiempo récord. El desarrollo de la película desgrana la experiencia vital de los dos protagonistas y el desarrollo hacia la madurez de ambos.

La película es lenta, sorprendentemente sombría, metículosa en sus detalles, siniestra, bien filmada y con una originalidad única: la perspectiva del vampiro vista desde los ojos de una niña. Y no crea el espectador que por tener niños en el film va a ser más ligero su contenido, ni mucho menos, el metraje tiene todos los ingredientes del género: muerte, sangre, luz del día, animales que odian a los vampiros, contagiados, víctimas, asesinatos, etc. Aunque hay que notar que más allá de la película de vampiros, está la historia que surge de la amistad de dos críos. El film es perturbador, mezcla sin ningún pudor el amor, los vampiros, la carnaza humana y riega todo ello de un humor fino, negro y exquisito.

La película es lírica pura, la cámara se mantiene en todo momento en un estado de gracia tal, que nos permite sentir cualquier sentimiento reflejado en la pantalla. A destacar el trabajo de la chica: Lina Leandersson, cuya dulzura y belleza femenina compagina de maravilla con su vertiente vampírica, salvaje y sanguinolenta. Y el chico, Kare Hedebrant, el cual tiene momentos de humor sublimes (sus primeros planos no tienen desperdicio).

Let the right one in puede posicionarse muy facilmente entre las películas de vampiros por excelencia, esas que se recuerdan como míticas. Quizá el tiempo le de la razón al metraje, ya que algunos de mis conocidos todavía no se han dado cuenta de lo que tienen entre manos.

Unbreakable

David Dunn es el único superviviente de un accidente ferroviario. Sin ningún rasguño o herida, David se cuestiona con ayuda de Elijah Price, un tratante de comics, su propia naturaleza y su destino en el mundo en el que vive a partir de este funesto accidente. En su búsqueda reconstruirá su pasado dando luz a secretos temibles e inciertos sobre su identidad.


Destripando.

No os voy a engañar: Shyamalan tiene una parte significativa de mi alma. A través de su filmografía me fui enamorando de su forma de hacer cine, sobretodo del fulgurante manejo de la cámara.

A Shyamalan se le ha tachado de mediocre en el arte del cine de terror. Y creo que este es un error de marketing de los gordos. Sus películas, desde The sixth sense, han sido publicitadas como obras de terror, obras que daban miedo. Pero el auténtico cine que late en los filmes de Shyamalan es el del suspense. Es un genio del suspense, no del terror. De ahí creo que proviene el desencanto de un amplio sector del público que esperó en Shyamalan al nuevo Wes Craven o algo parecido.

Su filmografía juega alrededor de un eje: el miedo a lo desconocido. Signs, The Village, The happening... todas sus películas recrean el ambiente y el temor que genera el hecho de no saber. En Signs eran los seres del espacio exterior (que curiosamente ocupan un ínfimo porcentaje del film), en The Village, era el miedo a aquellos a quienes no se nombran; en El incidente, a una inexplicable obra de la naturaleza. Incluso en Lady in the water, un respiro artístico de Shyamalan, se incluye el suspense protagonizado por la amenaza de criaturas de otros mundos. The sixth sense es en realidad el desconocimiento de las personas que rodean a un niño cuyo comportamiento es extraño y que proviene de un "don": ver fantasmas. Este hecho genera pavor e incertidumbre, y más cuando el director lo mezcla con el viaje del espectador al mundo del crío.

La raíz del miedo, del auténtico miedo, radica en el desconocimiento. En Unbreakable, la trama gira en torno al misterioso poder que oculta David Dunn, un guardia de seguridad con una vida normal que sale ileso de un terrible accidente. Dónde todos fenecen, él se salva. ¿Por qué él? ¿Y si no fue casualidad? ¿Y si hay algo más? Todas estas preguntas son formuladas por Elijah Price, un tratante de arte comic con una deficiencia genética grave que ve en David a su antitesis.

Lo que más me gusta de esta película, es que contiene superhéroes y villanos, y sólo una gota de acción. Con estas, el film consigue entretenerme y gustarme. ¿Motivos? Primero, la mano de Shyamalan, con un talento único para describir y desarrollar cámara en mano toda la película (incluyendo la banda sonora y la excelencia que busca en el sonido, como muestra véase El incidente). Segundo, en la película se destila la creación de un héroe. Aún pensando que la película pueda estar carente de toda acción y pueda arrastrar al aburrimiento a los fans de Superman, subyace en el metraje la profunda reflexión que debe hacerse un hombre corriente cuando intuye que puede ser algo más que eso, que puede ser un superhéroe.

Me gusta también Elijah. De aspecto frágil y pasado demoledor que induce a la conmiseración, se descubre en él a un auténtico villano que no dudará en alcanzar su fin a costa de todos los medios. Su personaje inspira miedo cuando observas la mutación de su perfil frente a David: de ser su guía a ser su némesis. Como anécdota en la caracterización de Elijah, me gustó mucho el coche que viste, me pareció genuino.

Como punto negativo, puede que la trama tenga un final fácil y rápido, que me deja un poco decepcionado habiendo paladeado con deleite el inicio (potente la escena en el vagón) y el desarrollo de la película.

Aún así, como comenté antes, puede que Shyamalan sea el maestro contemporáneo en eso del suspense, incluso podría ser lo más remotamente cercano al celuloide del maestro Hitchcock.

Y con eso está todo dicho.

jueves, 15 de octubre de 2009

Grindhouse: Death proof

Stuntman Mike es un peligroso acosador motorizado, vaga de un lado a otro al volante de su coche "a prueba de muerte" en busca de inocentes féminas. A su paso sólo deja sangre, muerte, metal retorcido y huellas de neumáticos en el asfalto. ¿Quién será su próxima víctima? Sólo Stuntman Mike lo sabe.


Destripando.

Como comenté en el post anterior, Grindhouse: Planet terror, lo que salga del tándem Tarantino-Rodriguez siempre hay que tomárselo con precaución. Nunca sabes por donde van a salir, en que objetivo fijarán su mira. Lo único que intuyes es que estará impregnado del cine que destila cada uno de ellos a su manera: sangre, bizarrismo, sensualidad erotico-pornográfica, dialogos-monólogos y planos de extraña y privilegiada calidad.

En Death proof se encuentran todas estas gotas. La esencia pura del Tarantino que es capaz de meterte sus amados pies y sus cigarrillos Red Apple hasta que beses unos y fumes otros.

Como ya he comentado, Tarantino es capaz de hacer locuras y de hacer cine del que se aloja en la retina. Durante el visionado te pueden pasar dos cosas: que aborrezcas a la madre del susodicho o que te quedes en silencio viendo el desarrollo del metraje. A mi me sucedieron ambas. Creo que Tarantino se columpia en sus vicios en demasía (dialogo, dialogo, música, música, pies, pies, pies...) aunque también quedé prendado del aura maligna de Stuntman Mike (Kurt Rusell), un personaje que en su punto más siniestro es la representación del mal. Me hubiese gustado ver a Stuntman más dehumanizado, nada carnal... casi como el dueño del camión en el Diablo sobre ruedas.

Aún así, el señor Rusell, como tercera opción (se rumorea que el primero en la lista era Sylvester Stallone y el segundo Mickey Rourke... problemas de agenda al parecer) da el pego como el malo de la película. Lo demás: conversación, música, pies, alcohol, cigarrillos y muchos bustos y culos al mejor postor. Una pasarela deslumbrante en donde se codean dos amigas de antaño, Rosario Dawson y Tracie Thoms (vistas en Rent: la película), Zoe Bell (vista en Lost) y como elección propia, Vanessa Ferlito (siendo la antigua pasión de Tony Soprano).

No nos engañemos, gustará a los afiliados del club Tarantino y aburrirá a los demás. En mi caso, opino que nunca está de más pasar el rato en buena compañía, y una película de Tarantino lo es.

Grindhouse: Planet terror

Un pequeño pueblo se ve sumergido en una debacle traída por mutaciones genéticas que afectan a las personas. Cherry Darling, una bailarina de striptease en paro, deberá enfrentarse a esta plaga y descubrir su verdadera vocación de la mano de su antiguo amante, Wray.



Destripando.

Me sorprende que Planet terror sea, de tan hilarante, un producto (claro homenaje al cine de serie B) que bien supera a la morralla que en los últimos tiempos ocupa las pantallas.

Con un descaro y una desfachatez propias de la dupla Tarantino-Rodriguez, se presenta esta parte de la doble sesión Grindhouse: Planet Terror.

Planet terror se adentra en un pequeño pueblo cuyos aldeanos se verán en dificultades por una repentina oleada de infectados. El virus es extendido por medio de unos traficantes en la negociación fallida con soldados del ejército de los Estados Unidos. Los habitantes del pequeño pueblo tendrán que enfrentarse de este modo a los más atroces y sanguinolentos seres vivientes que sólo ansían comer carne humana.

Rodriguez va por otra senda. En sus películas se paladea el erotismo, películas de serie B, extremada violencia y humor negro. Deja un sabor parecido al cine que destila Quentin Tarantino y que, para bien o para mal, es diferente al resto. Quizá subyace en este punto una nota a favor de la propuesta de Rodriguez, aún siendo esta de lo más extravagante y exhacerbado. El caso es que cuando Rodriguez se propone contar una historia, la cuenta a su manera.

En Planet terror podemos asistir a una falta de seriedad en el guión, a una pasión por mostrar carne humana en putrefacción y a un desaforado uso del videoclip... Pero también se esconde entre la sangre el pulso de un cinéfilo, escenas de auténtica tensión y personajes que merecen un visionado (Josh Brolin y Marley Shelton en el hospital están geniales).

Aunque no pasara el corte para otros, mi pasión por los zombies no tiene límites y por lo tanto Planet terror está dentro de mi corazón. Llena mi mochila de acción, carne tierna, bestialidades varias y ropa femenina innecesaria y eminentemente corta (¿habiendo zombies que pintan tías en bikini?). Planet terror rebosa filia por la serie B, rebosa el apellido Rodriguez por todas partes (Dirección, guión, música... y su hijo delante de la cámara) y como parte de ese apellido, la película rebosa personalidad y la sensación de que se lo han pasado bomba en el rodaje.

Además está Bruce Willis. El infravalorado y sobrevalorado intérprete que todo lo puede y que viste cualquier papel que realiza con su simple aura de actor legendario. Tan chalado que es capaz de decir que sí a un tipejo mexicano apellidado Rodríguez, amigo de Tarantino para más inri.

viernes, 9 de octubre de 2009

L. A. Confidential

"Vengan a Los Angeles. Aquí brilla el sol, las playas son grandes y apetecibles, y los campos de naranjos se extienden hasta donde alcanza la vista. Hay empleos de sobra y los terrenos son baratos. Todo trabajador puede tener su propia casa y dentro de cada casa hay una típica familia americana feliz. Se puede conseguir todo esto y quien sabe, incluso ser descubierto, convertirse en una estrella de cine o al menos, ver una. La vida en Los Angeles es fantástica, es un paraíso en la tierra. Al menos eso es lo que dicen..."
Sid Hudgens
In the joint wiht Mickey C


Destripando.

En Los Angeles ocurren muchas cosas. La corrupción, el soborno y la droga están a la orden del día y lo peor de todo es que estos ingredientes corrompen a cualquiera: negro o blanco, rico o pobre, ladrón o policía. Ed Exley (Guy Pierce), hijo de una leyenda del cuerpo de policía, intentará por todos los medios combatir la lacra hasta en su propia comisaria, aúnque a su paso deba dejar los cadáveres de sus compañeros mediante testimonios que en poco ayudarán a su estima. Dos de estos policías, Bud White (Rusell Crowe), rudo y de modales más bien violentos contra maltratadores, y Jack Vincennes (Kevin Spacey), un detective que incluye en su curriculum golpes preparados por el periodista sensacionalista Sid Hudgens (Danny De Vito) se verán envueltos en la denuncia de Exley.

Estos tres policías se verán obligados a trabajar en busca de los culpables de la matanza ocurrida en la cafetería el búho. Poco a poco, los tres detectives llegarán a ciertas conclusiones que implicarán a personajes de alta alcurnia con la cara oculta de Los Angeles.

L. A. Confidential nos muestra una pléyade de personajes y hechos bien hilvanados en una película de corte clásico que hizo revivir el mejor cine negro. Un guión contundente y sin fisuras, una iluminación y ambientación perfectas y una cámara con latidos de cine clásico; así es el inicio, el desarrollo y el desenlace de esta película.

El elenco actoral es de lo mejorcito: Rusell Crowe, James Cromwell, Guy Pearce, Kevin Spacey, Danny De Vito. Y la gran sorpresa de la película: Kim Basinger. El halo de belleza clásica con que viste a su personaje es excepcional y turbador, merece la pena jugarse la vida y la muerte por ella.

L. A. Confidential es única. Cine clásico, cine negro, cine que a veces se extraña por estos lares y cine que se mantiene inmemorial en la retin, imperecedero en el recuerdo.

jueves, 8 de octubre de 2009

Sleepy Hollow

Ichabod Krane, inspector de policía en el Nueva York de 1799, es enviado al pequeño pueblo de Sleepy Hollow para desvelar la identidad de un asesino en serie que cercena la cabeza a sus víctimas.




Destripando.

No soy yo mucho de Tim Burton aunque, como ya relaté en otra de las entradas, su cine se acerca a la propuesta de distinción de directores como Clint Eastwood y Quentin Tarantino. Su filmografía está plagada de películas cuyo protagonista se suele mover entre la tragedia y el humor con suma facilidad. Esta lleno de personajes trágicos y atormentados, con gran fascinación por la muerte y la atracción de la oscuridad sobre la vida.

Aunque en muchas de sus películas se puede evidenciar repetición, por estos lares hay algunas propuestas aceptadas de Tim Burton en su quehacer fílmico: Beetlejuice, Batman, Big Fish.. Eso sí, para el aquí presente, la completa satisfacción llega con su película más alejada del cine que nos acostumbra: la maravillosa y clásica Ed Wood.

En Sleepy Hollow suceden extraños sucesos: cadáveres sin cabeza aparecen por doquier sembrados por un jinete sin cabeza. El detective de Nueva York, Ichabod Krane (Johnny Depp), es destinado a la pequeña aldea para esclarecer los hechos. Pronto se encuentra con que el jinete es uno más en la compleja conspiración perpretada por los ilustres hombres del pueblo.

La película tiene una ambientación conseguida en sus vestuarios y en sus escenarios. Tanto la ciudad como la aldea respiran de la atmósfera medieval y de los toques de oscuridad a los que nos acostumbra el director. Lentamente, el guión y la cámara nos conducen al temor que surge de la leyenda del jinete. Todo, tanto las escenas de acción como la investigación pausada, nos envuelven y nos retiene en el sillón hasta el desenlace final.

Para mí el punto fuerte es el jinete sin cabeza (Christopher Walken) cuyo pasado ilustrado en imágenes me encandiló por su belleza y su barbarie; y cuyos actos durante la película son auténticos baños de sangre. Porque si hay algo en lo que abunda la película es en la lascivia de sus escenas violentas: puñaladas, ejecuciones, cercenamiento de miembros, exhumaciones al por mayor... Y todo con terror, con tensión, con temor.

Como punto débil he de destacar el excesivo lirismo de los diálogos, en algunos momentos roza la zalamería, sobre todo en los referentes al amor con la joven Katrina Van Tassel (Christina Ricci). Aunque obviando estos, pude recrearme también con el humor negro que destilan algunas escenas que unidas al jinete hacen de Sleepy Hollow una verdadera carnicería sin dilaciones.

Por suerte, a parte de presenciar una contundente, terrorífica y justificada vendetta; podemos presenciar una compleja trama destilada con maestría y envuelta en atmósferas acongojantes.

miércoles, 7 de octubre de 2009

In the valley of Elah

Mike Deerfield, soldado destinado en Irak, desaparece misteriosamente durante su permiso en los Estados Unidos. Su padre, Hank Deerfield, investiga la extraña desaparición con ayuda de la detective Emily Sanders. Pronto descubrirán pistas que le llevarán a descubrir una verdad cruel y terrible.


Destripando.

En el valle de Elah nos introduce en el ejército de los Estados Unidos. Más concretamente en el mundo que habitan los jóvenes cuyas experiencias en combate dejan marcadas heridas que de regreso a su país se convierten en una realidad tan fría y cruel como desquiciada e incomprensible.

De la mano de Hank Deerfield (Tommy Lee Jones) y con ayuda de la detective Emily Sunders (Charlize Theron) el espectador siente en la piel el estremecimiento y el drama que vive una sociedad cuyos jóvenes son enviados a una guerra disparatada en pos de la paz y la democracia y que sólo devuelve muertos y monstruos.

Es en esto último en donde la película de Paul Haggis incide con un esclarecedor guión y un pulso irrebatible. La película demuestra cómo hay un sistema que transforma a las personas, las deshumaniza, las pervierte en la guerra y las devuelve convertidas en carcasas vacías llenas de odio. Y esto último es lo que deja esa sensación de estupor, de incredulidad, de terror en las personas que conviven con ellos y que son testigos de sus actos en la sociedad "civilizada", esa que los jóvenes alistados dejaron atrás para combatir por su país.

La película no indaga en la culpa, no exhacerba ni dirige balas de plata. El público ya sabe fehacientemente que la autoría de esta insania es de unos pocos cuyos motivos son vergonzosos. La historia se centra en las consecuencias de esta locura.

El elenco actoral es de primera calidad, con Susan Sarandon y un Tommy Lee Jones que cuando se lo toma en serio (no como en Batman o Men in Black) arrasa con todo y con todos. Quizá el metraje pueda pueda ser largo en sus 120 minutos, aunque al aquí presente no se le hizo pesada en ningún momento.

Además, Paul Haggis tuvo la habilidad para no clavarnos en demasía (alguna escena al final comete execrable crimen) lo que se les presupone a las películas americanas en los últimos tiempos: banderas, patriotismo, libertad, democracia y lecciones de bien y mal.

Por suerte deja que la historia hable, deja que la película transpire sólo cine del bueno.

domingo, 4 de octubre de 2009

The quiet earth

Zac Hobson se despierta en su cama siendo el único ser vivo que queda de la extraña desaparición de los humanos en el planeta Tierra. Zac tendrá que estudiar y recordar los hechos que propiciaron la desaparación de los terrícolas para poder encontrar la solución que le lleve a devolver a la Tierra a todos los seres humanos.



Destripando.

Zac Hobson, científico imbuido en un experimento a escala mundial, despierta tras su intento de suicidio en la cama de su habitación. Sin recordar casi nada de lo sucedido la fecha anterior, recorre las calles de su ciudad abrumado por ser el único superviviente de la hecatombe.

Zac intentará por todos los medios encontrarle la solución al problema y evitar volverse loco por la soledad. En esa investigación, se dará de bruces con la encantadora Joanne y el misterioso Api. Dos personas que estaban a punto de morir en el mismo momento en el que el experimento se llevaba a cabo. Esa extraña coincidencia le lleva a Zac a planear una última y desesperada acción: volar el laboratorio donde se realizó el experimento.

Película de ciencia ficción que seguía la estela de películas como El último hombre vivo (con Charlton Heston) o Juegos de Guerra donde la hecatombe de la humanidad y la soledad de ser el único superviviente traían de cabeza a sus protagonistas. Aquí, en The Quiet Earth, Zac y sus dos amigos se verán en la tesitura de encontrar una solución a tiempo para que el futuro de la tierra no sea el de quedarse como la ceniza.

El protagonista (Bruno Lawrence, baterista de jazz en la vida real) refleja fehacientemente los pesares y las bondades de ser el único humano vivo. Así mismo, los encuentros con sus dos compañeros de Tierra, Joanne (Alison Routledge) y Api (Pete Smith; como curiosidad interpreta a un orco en El Señor de los Anillos), se muestran emocionantes y tensos (más lo segundo que lo primero).

El guión flojea bastante en la interrelación de los personajes, nunca me creí las relaciones de los unos con los otros, relaciones demasiado débiles y carentes de profundidad. Y también en la salida fácil (aunque también desesperada, si lo vemos desde otro ángulo) en la forma de resolver el problema que asola al planeta. ¿Hay alguna razón empírica para volar por los aires las oficinas donde se realizó el fatídico experimento como solución al problema del vacío terricola? ¿Se podía haber dejado más terreno al cerebro científico que al martillo pilón en la búsqueda de soluciones?

Aún así, The Quiet Earth mantiene un status sólido como película de ciencia ficción que nos muestra un inicio inquietante, un mundo catastrófico sin fisuras (un lugar que aunque fúnebre, siempre ha sido alguna vez soñado por el aquí presente) y un final perturbador.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Groundhog day

Phil Connors, el irascible y egocéntrico hombre del tiempo del canal 9, cubre el evento anual del Dia de la Marmota en el pequeño pueblo de Punxsutawney. Atrapados por la tormenta, él y su equipo deciden pasar la noche en el pueblo.
El problema para Phil llega al dia siguiente, cuando descubre que es el Día de la Marmota, otra vez.



Destripando.

Phil Connors (Bill Murray), presentador del tiempo pretencioso, antipático y malhumorado; tendrá que vérselas con el problema de revivir el Día de la Marmota una y otra vez sin ningúna razón coherente.

Con esta sencilla premisa arranca una de las películas de ciencia ficción más divertidas, complejas e infravaloradas en su momento. Suerte que el tiempo ha transcurrido a su favor, dándole esa fragancia a película de culto entre los cinéfilos y nostálgicos.

El castigo de revivir ese día infinitamente, hará que Phil encare una y otra vez una serie de situaciones cómicas y trágicas conociendo a todas las personas del pueblo con las que se cruza.

El guión entrelaza bien las diferentes situaciones y en ningún caso aburre. Está bien desarrollado, tanto en los personajes como en las situaciones. El cambio de pensamiento que sufre Phil en el transcurso del metraje hará que se enfrente a las situaciones cual superhéroe, y hará que conozca mejor tanto a las personas que salva como a su propio equipo, el inadaptado Larry (Chris Elliot) y la productora Rita (Andie Mcdowell).

No les voy a engañar, hay un chico y una chica. Hay poesía, amor y delicias de chocolate; y también una comedia, una persecución y sexo.

Pero, sobre todo, no olvide el espectador que hay una obra de ciencia ficción y, como tal, nos deja su pequeña y valiosa reflexión sobre la vida y la muerte. Algo que nadie debería olvidar.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Malditos Bastardos

Un grupo de judíos comandado por el teniente Aldo Rain se disponen a saltar sobre territorio nazi con un sólo objetitvo: matar soldados de forma cruel y sanguinaria.





Destripando, ironías de la vida.


Malditos Bastardos es de Quentin Tarantino. Esto quiere decir que tendremos frente a frente diálogos largos, desarrollos lentos, sangre a borbotones y alguna que otra bestialidad. Sello inconfundible del de Knoxville.

Después del visionado me queda clara una cosa: el trailer no es lo que realmente se expone en la película. Me explico, en el trailer visionado hasta llegar a la sala de cine, podía intuir que la película era una serie de desventuras y aventuras sangrientas de un grupo de soldados judíos comandados por el teniente Aldo Rain (Brad Pitt) con el único objetivo de amedrentar a las fuerzas del mal usando las técnicas mortales más salvajes: destripamientos, cabelleras recortadas, bates de beisbol, cabezas explotadas, dinamita... El trailer hacía una llamada con cuerno a los espectadores que quisieran vestir como vikingos empuñando hachas para ver a Tarantino escupir sangre. Y el film no es eso.

La propaganda resultó ser una parte (y pequeña) pues la cámara se centra en las otras historias cuyos personajes van personificando la venganza por un pasado doloroso. Mientras estas historias suceden y desarrollan, Rain y los suyos van dejando la sensación de ser una leyenda más que de bestialidades filmadas.

En el film se puede notar que Tarantino realiza escenas con pulso de cine clásico. Hay que decir que este muchacho tiene fuerza, talento e imaginación; cosas que ya hemos podido comprobar en sus anteriores trabajos. Esta vez Tarantino busca en sus dos personalidades: el gran cineasta que es (Pulp Fiction o Reservoir Dogs como joyas del cine) y el gran monstruo devorador de subgéneros que es (mostrado en la pantalla con los más extremos alardes de violencia gratuita y tacos al por mayor). Aún con una u otra personalidad, debéis dar por seguro mi total aceptación del cine Tarantino, a sabiendas de que te puede tocar la fascinante Jackie Brown o las insensatas ideas de un freak (Kill Bill).

Me gusta su cine aunque algunas veces sea repetitivo. No nos engañemos, en el cine actual Tarantino es propuesta de distinción. Es como mi amado Clint Eastwood, que lo mismo te hace un clásico con cuatro perras (Gran Torino) que enhebra una impersonal superproducción (Banderas de nuestros padres). Estos dos son ejemplos vivos de que ir al cine no sale tan caro.

Malditos Bastardos es Tarantino en lo bueno y en lo malo. Acompaña en la función Brad Pitt, que está soberbio sin el menor atisbo de esfuerzo por su parte (el teniente chusquero le sienta de maravilla). Y Christoph Waltz que es la gran revelación, su interpretación es majestuosa: drama y comicidad separados por gestos subrepticios.

A tener en cuenta la duración: dos horas y media. Espacio suficiente en el que se deleita Tarantino para resolver la duda de qué hacer con un bidón de sangre, un talento narrativo inigualable y un elenco actoral de primera línea.

martes, 22 de septiembre de 2009

True Blood

True Blood indaga en la convivencia de humanos y vampiros, una raza que ha aprendido a sobrevivir sin sangre humana gracias a la sangre sintética "true blood" importada de Japón. Así, los habitantes del planeta tierra tendrán que enfrentarse a una convivencia forzosa con el reciente movimiento de derechos de los vampiros que piden ser tratados como iguales. Sin embargo, en ambas partes surgen escisiones: humanos que se niegan a tratar con muertos y vampiros que se niegan a incluir en su dieta un falso placebo.


Destripando.

Normalmente suelo hacer críticas de series una vez que ha terminado su emisión. Por dos cosas: soy de los que ven las series por temporadas, nada de entregas semanales mezcladas con publicidades de consumo; y porque así es más sencillo mirar globalmente el desarrollo de la serie. No nos engañemos, lo que hoy es oro puede convertirse al día siguiente en chatarra. Sino, que se lo digan a Héroes.

En los primeros capítulos ya se adivinaba lo que iba a ser la serie: un vampiro entrando en un bar de la américa profunda no inspiraba más que problemas. Salvo por una cuestión adyacente, los vampiros son mirados como los negros en los setenta (que no sesenta, ahí todavía recibían dispendios policiales), estaban ahí y no quedaba más rollo que persignarse y aguantarlos. Quizá como mucho alguna pestilencia vocal por parte de los pueblerinos, pero nada más.

El problema surge cuando la llegada de Bill Compton (vampiro con estricta dieta a True Blood´s) coincide con una serie de asesinatos en el pequeño pueblo de Lousiana. Sólo una de las pocas personas que allí vive saldrá en su defensa: Sookie Stackhouse, la camarera del Merlotte´s. Ella tiene el poder de leer el pensamiento de la gente (a veces de forma involuntaria, otras no tanto) y en él ve un oasis de silencio (no puede leer el pensamiento de la gente muerta) que le permite liberarse de la presión que supone iniciar una relación sabiendo los oscuros secretos del otro.

A pesar de estos párrafos, lo que se supone azucar no lo es tanto. Por suerte, los que hemos nacido para disfrutar con el deterioro humano y con la sangre tendremos en esta serie algo más que besos y amor eterno entre dos especies condenadas a matarse. Es más, llega a tal punto la perversión de la serie que en algunas partes de su argumento hay más sexo que en las películas esas... sí... esas... las de medianoche.

True Blood se mueve bien entre el amor, la comedia (grande Ryan Kwanten), la tragedia, el conflicto religioso, el odio racial y la sangre. Los personajes que se muestran en la serie son de todo menos convencionales. El que más me llama la atención de todos es uno de los vampiros, un sheriff (vampiro encargado de la zona, algo así como alcalde o gobernador): Eric Norrhman (Alexander Skarsgard), cuya frialdad esconde una pulsión asesina bastante atractiva. El elenco actoral es de primera calidad a pesar de no ser muy conocidos, la que más: Anna Paquin como Sookie y Sam Trammell como Sam Merlotte. Aún así, tengo entre mis preferencias a Nelsan Ellis (visto en The Soloist) y a Chris Bauer (ah, sufro los efectos secundarios de The Wire).

Mención especial al trailer inicial, donde se muestra de buenas a primeras lo que será la serie: transgresión, sexo, fanatismo religioso, vicio y ningún atisbo de sobriedad. Todo ello bañado en una banda sonora con una gran carga de ironía y sexualidad.

Buena serie que arranca con grandes espectativas abriendo arcos argumentales interesantes y cerrando varios en sus dos primeras temporadas. Una serie interesante que promete más colmillos, más sexo y más sangre; al fin y al cabo... ¿a quién le apetece una True Blood cuando hay humanos?

State of play

La ayudante/investigadora del presidente del comité para el control de gastos de Defensa, Stephen Collins, ha muerto a causa de un accidente. Un periodista, Cal McCaffrey, antiguo compañero de Collins, investiga el homicidio de un toxicómano a manos de un profesional. Ambos hechos, tan alejados el uno del otro, serán investigados por McCaffrey, que no tardará en revelar una oscura trama que pondrá en peligro tanto el artículo que escribe como su propia vida.


Destripando.

Interesante thriller de suspense que se adentra en las corruptelas y entresijos de las altas esferas y su relación con el dinero privado. Un periodista, Cal McCaffrey (Rusell Crowe), investiga la muerte de un toxicomano que aparentemente no tiene ninguna conexión con la ayudante del senador Stephen Collins (Ben Affleck), antiguo compañero de universidad. Cuando McCaffrey descubre conexiones entre los dos asesinatos, decide seguir adelante con la investigación y atar cabos, esto le llevará a poner en peligro no sólo la investigación, sino las vidas que el caso toca. Ayudado por la joven periodista Della Frye (Rachel McAdams), McCaffrey desvelará toda una conspiración que implica a políticos de alta alcurnia y a multinacionales con fuertes intereses en el ámbito de la seguridad privada.

State of play puede ser un buen thriller, ya sea por su reparto (Helen Mirren, ¡oh, Helen Mirren!), ya sea por la trama o sea por los secretos que bien guarda el guión y que en el desarrollo del film va escupiendo a cuenta gotas. Una buena película con el pulso y el punto de mira atinado, que según transcurre se va llenando de intriga, de tensión, de peligro, de hechos horribles con cine negro vistiendo el film.

En mi opinión la cinta no es mala, aún con un final de sorpresa que no creo que sea la mejor elección, puede salir airosa de las obras funestas que estos últimos años se vistieron de thrillers y acabaron siendo el arma favorita de los políticos: mentiras.

domingo, 20 de septiembre de 2009

The Soloist

El columnista de L.A. Times, Steve Lopez, se encuentra fortuitamente con el sintecho Nathaniel Anthony Ayers. Después de este encuentro y de indagar en la vida del mendigo, Steve Lopez descubre que Nathaniel es distinto al resto, que posee un don extraordinario para la música. Lopez tratará de ayudar a Nathaniel para que este pueda desarrollar su don.


Destripando.

Película de este año 2009 basada en hechos reales y cuyo elenco protagonista lo encabeza Robert Downey Jr. interpretando al columnista Steve Lopez y Jamie Foxx en el papel del músico Nathaniel Ayers.

La película explora la crítica social, la música clásica, la personalidad esquizofrénica y sobre todo la vida del torturado Ayers. De cómo un músico de reconocido talento dejó los estudios en el conservatorio y vivió en las calles de Los Angeles.

El drama es potente. Sus elementos brillan con luz propia, sin que haga falta fuegos de artificio para que el espectador se sienta acongojado por la trágica historia de Ayers. El reparto sostiene una función que a veces se pierde en la crítica social y en la profundidad de los personajes. Daba la impresión de que al ahondar en estos y en la interrelación que surge del músico y el columnista se perdiera el rumbo de la película.

Eso sí, la película cumple las espectativas del autor, más que sastifecho teniendo en cuenta la predilección del aquí presente por la música clásica. Con las primeras notas ya me habían ganado de calle, y esperaba ansioso el resto de la historia. Como una partitura, el metraje se desarrolla con convicción en el drama y con coherencia en los dialogos. Aunque sí es achacable lo mencionado antes, en algún momento se pierde la fuerza ganada y se acaba viendo la película como otra más de las del género "chico con don especial que no puede brillar por traumas del pasado".

Sin embargo, merece la pena. Jamie Foxx y Robert Downey están a la altura de sus papeles, la película tiene algunas escenas de auténtico cine clásico y, además, siempre es buen momento para escuchar música clásica.

Crank 2: High Voltage.

Chevy Chelios busca desesperadamente a quién le robo el corazón y lo suplantó por una máquina artificial que no durará mucho tiempo. Chevy se pone en marcha sabiendo que le queda una hora para recuperar su órgano.



Destripando.


Dos cosas:

1- No he visto Crank 1. Con lo que sentía cierta aprehensión por desconocer el argumento y por creer que no sabría dilucidar la trama de esta secuela si tendía hilos con la primera.

2- Yo soy fan de Too Fast too Furious, de Torque, de 60 segundos, de Transporter, de Taxi, de Vin Diesel, de Stallone, de Schwarzeneger... En definitiva, de los mayores bodrios que se hayan podido filmar.

Ahora entenderán muchas cosas sobre mí... ¿no es así? Esos tics, ese andar tan raro, esa peculiar expresión de relajación cuando se menciona la zoofilia... Hay tantas cosas de las que me arrepiento. No soy católico y he fumado...

¿La película? Como esta crítica. No sirve para nada, no dice nada, no significa nada.

¿La diferencia? Que no me he gastado un montón de pasta.

¿Lo mejor? James Maynard Keenan (Tool) y Danny Lohner (NIN) entrenando a un perro... Sí, amigos. Lo que leen: entrenando a un jodido can.

La pregunta: ¿hacía falta hacer una película que rindiera pleitesia al GTA en modo Jackass?

THX-1138

THX-1138 es un ser humano que vive y trabaja en una sociedad que tiene como único fin controlar a su población y utilizarla para producir, siendo la economía el objetivo por el que se regula a todos los habitantes. Pero THX-1138 se dará cuenta de lo que es el amor gracias a su compañera de piso, LUH-3417, y aunque ambos son separados y castigados severamente por este hecho, THX buscará el medio para reencontrarse con LUH y escapar de esa sociedad.

Destripando.

THX-1138 nos sumerge en una distopía en el que el ser humano se presenta como una máquina que debe consumir y producir. Esta sociedad creada y controlada no permite cualquier síntoma que debilite esos dos objetivos. Así, a los humanos no se les permite tener sentimientos y cualquier conducta que haga peligrar la economía debe ser anulada mediante sedantes o fogueada con símbolos religiosos.

George Lucas, en su primera película, nos sumergía de lleno en un mundo incomprensible, asfixiante y agobiante. En el que los humanos son meras piezas que deben producir, trabajar y no sentir.

El protagonista, THX-1138, intenta escapar de ese mundo gracias al amor de LUH-3417, quién le engaña para no ingerir medicamentos y hacer que se enamore de ella. Pero las consecuencias de estos actos serán abrumadores. En una sociedad altamente vigilada, cada habitación y cada rincón está controlado mediante la tecnología con el único fin de preservar los valores inquebrantables de la economía: producción y ahorro. Así, el amor que sienten entre ellos es castigado severamente. Cuando THX-1138 escapa de la prisión en la que se le recluye, decide buscar a LUH y escapar de ese mundo.

Cierto es que el ritmo es lento y muy pausado, con continuos cambios de referencias que pueden debilitar el interés de cualquier espectador. También es verdad que el desarrollo del film tiene carencias y es en extremo paranoico, pero he de decir que a mi me ha dejado impresionado. En ningún momento el metraje le pierde el pulso a una sociedad deshumanizada y dictatorial. Todo el desarrollo nos muestra lo que es vivir en esa situación de apocalipsis, de agobiante busqueda de contacto y calor. Esa sociedad es palpable, inquietante, temible.

THX-1138 es una película de ciencia ficción, con todas sus letras, que no se distrae con trepidantes escenas de acción y que no cae en el amor tontorrón que se le suponen a las películas de sci-fi de hoy.

Como apunte, rindo avenencia a los sonidos que tiene la película. Conforman una ópera personalizada y sin ellos, me temo que la sociedad distópica no sería tan fría y cruel.

Duplicity

Claire Stenwick y Ray Koval son dos agentes secretos que se adentran en el mundo del espionaje industrial para lucrarse con la dura competencia entre dos multinacionales que harán lo necesario para poseer el secreto de un invento que hará ganar millones.



Destripando.

Clarie Stenwick (Julia Roberts) y Ray Koval (Clive Owen) son dos agentes que trabajan para sus respectivas agencias de seguridad, una en la CIA y otro en el MI6, que intentarán sacar partido lucrándose con el espionaje industrial privado en dos empresas manejadas por el todopoderoso Howard Tully (Tom Wilkinson) y el despiadado Dick Garsik (Paul Giamati).

El enfrentamiento entre ambas da pie a una consumada y planificada colaboración de nuestros dos espías para infiltrarse en ambas y encontrar la fórmula de un invento para poder retirarse de ese mundo. A medida que el metraje discurre, vemos a los protagonistas jugando al gato y al ratón de cara a los empresarios mientras un amor se va fraguando entre ellos. Un amor, claro, que en el mundo del espionaje puede ser un "te quiero" con una daga sujeta a la otra mano.

A decir verdad, la película me resultó algo parecida en su desarrollo a Ocean´s Eleven. Su música, los planos multisecuencia, el estilo de los decorados, las localizaciones... todo me parecía haberlo visto en la película de Soderberg.

No es mala película si uno se centra en su uso como mero entretenimiento. Quien quiera rebuscar más en su argumento podrá encontrar trampas, flashbacks y algo de tensión. Aunque para mi persona, el autor de este blog, la película llegó a ser tan blandita que mi pensamiento fue discurriendo en otros quehaceres y me descubrí pensando en lo mayor que se estaba haciendo Julia Roberts.

Ojo, aún con mis volatiles pensamientos, disfruté de la proposición de Duplicity. Una buena película de palomitas (con caramelo Julia-Clive).

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Carnivale

Carnivale nos adentra en el mundo del circo, donde un grupo de lo más variopinto trata de subsistir en los dificiles años de la depresión estadounidense. Estos se encontrarán en su viaje a Ben Hawkins, un joven callado que acaba de perder a su madre y el cual guarda temibles secretos que pondrán en peligro la integridad del grupo.


Destripando.

Vergonzoso, horripilante, desmotivador para la vida humana. Esos calificativos se merece mi amada HBO. Sí, no me he vuelto loco. Tiro piedras contra mi propio tejado aunque esto sólo conlleve desgracias.

En su segunda temporada y por razones económicas (serie demasiado cara para tan poca audiencia, alegaron, no sin motivo) terminó la que podría convertirse sin ningún rastro de duda en la sucesora de Los Soprano. Por su calidad técnica, por su argumento, por el cine que vive dentro de esta serie.

Es Carnivale una serie lenta. Pausada en sus argumentos, con dialogos irónicos, tenebrosos, cual tragedia griega. Es Carnivale puro cine latente en la entrañas de un circo ambulante. Es Carnivale una serie llena de intriga, misterio, magia, humor, alegorías. Mostrándonos un mundo propio a medida que transcurre la serie y conformando todo un universo mitológico alrededor de personajes que se mueven entre entre la desgracia y la supervivencia. Torturados, perdidos, sin futuro o sin pasado, pobres, esquilmados, endeudados, amorales. Con poderosas interpretaciones: el intrigante Michael J. Anderson (Samson en la serie), el espeluznante Clancy Brown como el Hermano Justin (su voz en inglés es un prodigio de fuerza), la maravillosa Clea Duvall como Sophie. Y todo ello con una calidad técnica y una puesta en escena impecables.

Si bien se puede entender porque Carnivale no evolucionó en las audiencias, el autor aquí presente no entiende porque no se continuó la saga (estaba previsto un total de seis temporadas) a sabiendas de que las audiencias no siempre tienen la razón y teniendo la absoluta certeza de que el tiempo se encargaría de hacer justicia a tamaña tropelia.

Una serie increible, denostada por el público y cancelada por HBO que, supongo, no podía ser tan perfecta. Sólo queda suspirar sabiendo que el bien y el mal tendrán otra contienda más allá, en algún lugar lejano del celuloide donde no podrán llegar nuestros ojos, pero sí nuestra imaginación. Sigo soñando con Ben, con Samson, con el perverso Justin, con la tímida y risueña Sofie... con el halo de polvo todavía levantado al paso del circo ambulante. Al paso del Carnivale.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Aeon Flux

Después de una pandemia industrial que asoló el planeta, el 1% de la población sobrevive en una ciudad futurista aislada del mundo en donde intentan conseguir la vida perfecta. Un grupo de revolucionarios intentarán destapar la verdad oculta que se esconde en esa realidad perfecta.



Destripando.

No recordaba el primer visionado de esta película, así que me aventuré otra vez en su revisión. Cambió bastante mi apreciación de la película en su segundo visionado: era peor.

El mundo en el que se sumerge Aeonflux y en el que vive tiene un hiperdiseño exhacerbado, como si cada escenario fuera una habitación de una nave espacial. Una cosa es ser ciencia ficción y otra muy diferente es alterar lo común y convertirlo en la hiperbole del diseño. Tanto escenarios como trajes están sobrecargados en ese aspecto. Me dió la impresión de que tanto diseño sólo escondía cartón piedra.

Quizá sea el argumento o los personajes que se van moviendo por la película, sin apenas carga dramática aún con tragedias supinas como la muerte de civiles inocentes, el caso es que el engranaje me parecía disfuncional. Ni me creo la tragedia, ni los motivos para vengarse, ni que los malos sean malos o los buenos, malos. A medida que avanza la película y el trasfondo del argumento va llegando a su desenlace, lo único con lo que puedes quedarte son con las escenas de acción y con algún que otro gesto de la Theron.

Y aún con esas, la película no la salva ni Charlize Theron ni nadie. Hay dos fracasos en esta películoa. Un fracaso de película como ciencia ficción y un fracaso de película como acción: sólo hay que ver las peleas, filmadas sin un plano largo; como sabiendo que una coreografía entre los combatientes sería tan poco creíble como el argumento de la película. Y así me dispongo a que cada patada, cada voltereta o cada salto sea en plano corto para darle, como diría yo, energía, vitalidad. Cualquiera que se fije bien verá que están supliendo carencias. Para rematar, la escena final: la caída del cielo de Charlize agarrada a la medusa voladora. Es para no perdérsela.

La única sensación que me queda es si Aeonflux podía haberse filmado de otra forma, si podía haber tenido una hálito de esperanza en cuanto a las posibilidades de ser una buena película de ciencia ficción.

domingo, 30 de agosto de 2009

Vals con Bashir

Gracias a un amigo que le cuenta unas pesadillas recurrentes, Ari Folman descubre que no recuerda nada sobre un hecho, que relaciona esas pesadillas y su amnesia, acontecido tiempo atrás durante una misión militar en el Libano.
Es así como Ari inicia un viaje a través de los testimonios de compañeros de misión, periodistas y psicologos que van rellenando ese hueco vacío con unos hechos tan profundos como trágicos.


Destripando.

En parte documental y en parte película, el metraje de esta pelicula animada se muestra tan potente como consecuente, con una fotografía y unos dibujos que se mueven entre el surrealismo y la realidad, entre lo onírico y lo terrenal, Vals con Bashir sorprende por su puesta en escena recia y cruda. Por su sorprendente personalidad y su desbordante equilibrio en el juego político de las culpas.

Vals con Bashir nos encamina por la mente de Ari Folman hasta los campos de Sabra y Chatila, en 1982, donde los seguidores del asesinado Bashir Gamanye y el ejército israelí perpretaron una masacre indiscriminada contra civiles palestinos.

Quizá sea en los dibujos de Vals con Bashir en donde reside la fuerza y la voluntad de enjuiciar. Dado que la animación entra más suave en los ojos del espectador, Vals con Bashir se adentra en el triángulo palestino-libio-israelí, toma el pulso de la situación histórica que han ido empañando los conflictos, la sangre, las iras de unos y otros y la religión; y nos muestra lo que realmente pudo haber pasado. La venganza de los de Bashir, el beneplácito de las altas esferas israelíes, la desidia de los militares... y el trauma.

Folman lo sabe. Sabe que los soldados, compañeros suyos que allí estuvieron y que no murieron, no pueden dormir. Sabe del silencio instaurado en su entorno. Sabe del olvido, de la ignominia del ser humano, de los políticos. Sabe de la ira y de la sangre. Folman se adentra en este mapa con asombrosa lucidez, con la inocencia de sólo poseer una historia más, elocuente y atrevida, de lo que pasó hace veinte años, de lo que pasó en un bando y en otro y de lo que hoy sigue pasando por la cabeza de muchos ejecutores y ejecutados.

Sin darnos cuenta, nos deja en la retina una historia, un juicio, una verdad tan pesada y aberrante como son las pesadillas. Quizá haga falta vestir de dibujos los horrores del ser humano para así poder darnos cuenta de como nuestras manos se manchan de sangre.

jueves, 27 de agosto de 2009

Shaun of the Dead

Shaun está en la treintena, trabaja de dependiente, vive con su hermano y su mejor amigo, detesta a su padrasto y visita a su madre bimensualmente. Como colofón a su mísera vida: acaba de romper con su pareja.
Cuando por fin intenta poner orden en su vida, un virus mortal asola el planeta tierra y convierte su Inglaterra natal en un paraíso zombie.



Destripando (nunca mejor dicho).

Siendo sinceros, está película me llegó a través de un amigo un poco raro. Entre los dos formaríamos lo que se llamaría un grupo de frikis. Antiguamente, asolaban mis recuerdos los personajes de serie B de una colección de cine zombie que mi hermano trajo un día a casa. Braindead, Zombie, Holocausto canibal, El ejército de las tinieblas, Terrorificamente muertos... Todas ellas me dejaron anonadado. ¿Serie B? ¿Qué es eso? Y lo descubrí.

Tiempo después, me tropecé con el amigo antes mencionado cuyo cerebro estaba sembrado por este género y cuyas manos portaban este film. Por aquel entonces, la industria del cine vivía de los remakes de George Romero, agotadas ya todas las posibilidades de terror iniciadas con Scream (los noventa, aquellos años...). Y después de aparacer la burda chanza y demás chistes enlatados que tratarían de repartirse las entrañas marchitas del género en plan risa (Scary Movie, Se lo que hicísteis el último verano,...).

Y aquí llegaba otra, a mi parecer. Una más de estas burdas comedias.

Después del visionado de la cinta me quedé pensativo. No era una más. Cierto que jugaba con la comedia, que había momentos de auténtico surrealismo. Pero también era cierto que Zombies Party, más allá de un alocado proyecto, escondía un guión repleto de reverencias al cine de antaño. Al de zombies y al de ciencia ficción. Y en su metraje podias ver ese guión. Un guión donde se puede palpar la tragedia zombie. Donde se deja rumiar, en los primeros instantes de la plaga, como el mundo va dejando de ser mundo y se convierte en el cataclismo soñado por el autor de este blog.

En los subsiguientes mil visionados, he tenido la sensación de que debían (sí, debían: obligación) haber avanzado más en la idea del desastre y no desdeñar su argumento con humor irreverente (algunas veces zafio) y finales consabidos.

Sin embargo, Zombies party fue y será una sorpresa deliciosa. Un cine que se echaba de menos, perpretado por dos chalados y con un auténtico objetivo en la película: partirnos de risa mientras el mundo deja de existir. Y os juro por Lugosi que lo consiguieron.

A saber: Simon Pegg y Nick Frost ya consiguieron la fama (en el Reino Unido) con la serie Spaced, emitida en la BBC. Hilarante y disparatada serie que recomiendo a cualquiera que se haya cruzado con este film. Posiblemente, Zombies party sea una extensión de esa serie. Y por lo tanto, digno de mi respeto y admiración.

Gattaca

Vincent es uno de los pocos seres humanos nacidos de forma natural y, como tal, esta expuesto a una muerte prematura por una deficiencia cardiaca. En una sociedad en donde los humanos nacen perfectos por ser in vitro y a la carta, Vincent supone un organismo de baja estopa reducido al ostracismo. Guiado por el deseo de viajar al espacio, emprenderá una lucha en la cual tendrá que aparentar ser uno de los "válidos" para poder cumplir su sueño.


Destripando.

Película de ciencia ficción que nos muestra la lucha de un ser "no-valido", Vincent (Ethan Hawke), en un futuro en el cual los seres humanos son creados sin deficiencias genéticas por sus progenitores. Ayudado por Jerome (Jude Law), un "válido" discapacitado, soportará todo tipo de trabas que le impone la sociedad para cumplir su sueño: viajar al espacio.

La corporación Gattaca sufre el misterioso asesinato del responsable de la misión Titán, que entrena a los viajeros espaciales. Este hecho hará que una investigación por parte de la policía ponga en peligro el objetivo de Vincent, que a parte de fingir ser un "válido", también tendrá que demostrar que es inocente del crimen cometido.

La película dibuja con trazo firme una historia repleta de pulsiones: un asesinato, un detective, un anhelo, desigualdad social, amor (oh, Uma Thurman), tragedia (grande Jude Law), lucha fraticida... El guión se apoya en la ciencia ficción para mostrarnos la desigualdad social y el mundo futurista en su diseño. La verdadera historia se nos muestra en la consecución del objetivo de Vincent: ir al espacio.

El desarrollo del film es sobrio, paciente, jugando con las bazas que tiene. Con un nivel visual demoledor y escenarios bien escogidos. Los personajes están bien perfilados, no desentonan. Todos los elementos se apoyan y cimentan una gran historia de superación.

Gattaca es película para saborear, para personificar y compartir esa lucha que todos hemos librado alguna vez para conseguir este o aquel sueño. Personalmente, la película me encandiló desde la presentación inicial, y a medida que avanzaba el film no podía por menos que sonreír ante la dulzura de Irene (Uma, oh, Uma) y el antihéroe Jerome.

Hágase notar la excelente y exquisita banda sonora del señor Nyman, un animal, que no hace más que potenciar los deseos de Vïncent y de todos nosotros para llegar allí. Allí donde todo brilla con más fuerza.