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miércoles, 30 de septiembre de 2009

Groundhog day

Phil Connors, el irascible y egocéntrico hombre del tiempo del canal 9, cubre el evento anual del Dia de la Marmota en el pequeño pueblo de Punxsutawney. Atrapados por la tormenta, él y su equipo deciden pasar la noche en el pueblo.
El problema para Phil llega al dia siguiente, cuando descubre que es el Día de la Marmota, otra vez.



Destripando.

Phil Connors (Bill Murray), presentador del tiempo pretencioso, antipático y malhumorado; tendrá que vérselas con el problema de revivir el Día de la Marmota una y otra vez sin ningúna razón coherente.

Con esta sencilla premisa arranca una de las películas de ciencia ficción más divertidas, complejas e infravaloradas en su momento. Suerte que el tiempo ha transcurrido a su favor, dándole esa fragancia a película de culto entre los cinéfilos y nostálgicos.

El castigo de revivir ese día infinitamente, hará que Phil encare una y otra vez una serie de situaciones cómicas y trágicas conociendo a todas las personas del pueblo con las que se cruza.

El guión entrelaza bien las diferentes situaciones y en ningún caso aburre. Está bien desarrollado, tanto en los personajes como en las situaciones. El cambio de pensamiento que sufre Phil en el transcurso del metraje hará que se enfrente a las situaciones cual superhéroe, y hará que conozca mejor tanto a las personas que salva como a su propio equipo, el inadaptado Larry (Chris Elliot) y la productora Rita (Andie Mcdowell).

No les voy a engañar, hay un chico y una chica. Hay poesía, amor y delicias de chocolate; y también una comedia, una persecución y sexo.

Pero, sobre todo, no olvide el espectador que hay una obra de ciencia ficción y, como tal, nos deja su pequeña y valiosa reflexión sobre la vida y la muerte. Algo que nadie debería olvidar.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Malditos Bastardos

Un grupo de judíos comandado por el teniente Aldo Rain se disponen a saltar sobre territorio nazi con un sólo objetitvo: matar soldados de forma cruel y sanguinaria.





Destripando, ironías de la vida.


Malditos Bastardos es de Quentin Tarantino. Esto quiere decir que tendremos frente a frente diálogos largos, desarrollos lentos, sangre a borbotones y alguna que otra bestialidad. Sello inconfundible del de Knoxville.

Después del visionado me queda clara una cosa: el trailer no es lo que realmente se expone en la película. Me explico, en el trailer visionado hasta llegar a la sala de cine, podía intuir que la película era una serie de desventuras y aventuras sangrientas de un grupo de soldados judíos comandados por el teniente Aldo Rain (Brad Pitt) con el único objetivo de amedrentar a las fuerzas del mal usando las técnicas mortales más salvajes: destripamientos, cabelleras recortadas, bates de beisbol, cabezas explotadas, dinamita... El trailer hacía una llamada con cuerno a los espectadores que quisieran vestir como vikingos empuñando hachas para ver a Tarantino escupir sangre. Y el film no es eso.

La propaganda resultó ser una parte (y pequeña) pues la cámara se centra en las otras historias cuyos personajes van personificando la venganza por un pasado doloroso. Mientras estas historias suceden y desarrollan, Rain y los suyos van dejando la sensación de ser una leyenda más que de bestialidades filmadas.

En el film se puede notar que Tarantino realiza escenas con pulso de cine clásico. Hay que decir que este muchacho tiene fuerza, talento e imaginación; cosas que ya hemos podido comprobar en sus anteriores trabajos. Esta vez Tarantino busca en sus dos personalidades: el gran cineasta que es (Pulp Fiction o Reservoir Dogs como joyas del cine) y el gran monstruo devorador de subgéneros que es (mostrado en la pantalla con los más extremos alardes de violencia gratuita y tacos al por mayor). Aún con una u otra personalidad, debéis dar por seguro mi total aceptación del cine Tarantino, a sabiendas de que te puede tocar la fascinante Jackie Brown o las insensatas ideas de un freak (Kill Bill).

Me gusta su cine aunque algunas veces sea repetitivo. No nos engañemos, en el cine actual Tarantino es propuesta de distinción. Es como mi amado Clint Eastwood, que lo mismo te hace un clásico con cuatro perras (Gran Torino) que enhebra una impersonal superproducción (Banderas de nuestros padres). Estos dos son ejemplos vivos de que ir al cine no sale tan caro.

Malditos Bastardos es Tarantino en lo bueno y en lo malo. Acompaña en la función Brad Pitt, que está soberbio sin el menor atisbo de esfuerzo por su parte (el teniente chusquero le sienta de maravilla). Y Christoph Waltz que es la gran revelación, su interpretación es majestuosa: drama y comicidad separados por gestos subrepticios.

A tener en cuenta la duración: dos horas y media. Espacio suficiente en el que se deleita Tarantino para resolver la duda de qué hacer con un bidón de sangre, un talento narrativo inigualable y un elenco actoral de primera línea.

martes, 22 de septiembre de 2009

True Blood

True Blood indaga en la convivencia de humanos y vampiros, una raza que ha aprendido a sobrevivir sin sangre humana gracias a la sangre sintética "true blood" importada de Japón. Así, los habitantes del planeta tierra tendrán que enfrentarse a una convivencia forzosa con el reciente movimiento de derechos de los vampiros que piden ser tratados como iguales. Sin embargo, en ambas partes surgen escisiones: humanos que se niegan a tratar con muertos y vampiros que se niegan a incluir en su dieta un falso placebo.


Destripando.

Normalmente suelo hacer críticas de series una vez que ha terminado su emisión. Por dos cosas: soy de los que ven las series por temporadas, nada de entregas semanales mezcladas con publicidades de consumo; y porque así es más sencillo mirar globalmente el desarrollo de la serie. No nos engañemos, lo que hoy es oro puede convertirse al día siguiente en chatarra. Sino, que se lo digan a Héroes.

En los primeros capítulos ya se adivinaba lo que iba a ser la serie: un vampiro entrando en un bar de la américa profunda no inspiraba más que problemas. Salvo por una cuestión adyacente, los vampiros son mirados como los negros en los setenta (que no sesenta, ahí todavía recibían dispendios policiales), estaban ahí y no quedaba más rollo que persignarse y aguantarlos. Quizá como mucho alguna pestilencia vocal por parte de los pueblerinos, pero nada más.

El problema surge cuando la llegada de Bill Compton (vampiro con estricta dieta a True Blood´s) coincide con una serie de asesinatos en el pequeño pueblo de Lousiana. Sólo una de las pocas personas que allí vive saldrá en su defensa: Sookie Stackhouse, la camarera del Merlotte´s. Ella tiene el poder de leer el pensamiento de la gente (a veces de forma involuntaria, otras no tanto) y en él ve un oasis de silencio (no puede leer el pensamiento de la gente muerta) que le permite liberarse de la presión que supone iniciar una relación sabiendo los oscuros secretos del otro.

A pesar de estos párrafos, lo que se supone azucar no lo es tanto. Por suerte, los que hemos nacido para disfrutar con el deterioro humano y con la sangre tendremos en esta serie algo más que besos y amor eterno entre dos especies condenadas a matarse. Es más, llega a tal punto la perversión de la serie que en algunas partes de su argumento hay más sexo que en las películas esas... sí... esas... las de medianoche.

True Blood se mueve bien entre el amor, la comedia (grande Ryan Kwanten), la tragedia, el conflicto religioso, el odio racial y la sangre. Los personajes que se muestran en la serie son de todo menos convencionales. El que más me llama la atención de todos es uno de los vampiros, un sheriff (vampiro encargado de la zona, algo así como alcalde o gobernador): Eric Norrhman (Alexander Skarsgard), cuya frialdad esconde una pulsión asesina bastante atractiva. El elenco actoral es de primera calidad a pesar de no ser muy conocidos, la que más: Anna Paquin como Sookie y Sam Trammell como Sam Merlotte. Aún así, tengo entre mis preferencias a Nelsan Ellis (visto en The Soloist) y a Chris Bauer (ah, sufro los efectos secundarios de The Wire).

Mención especial al trailer inicial, donde se muestra de buenas a primeras lo que será la serie: transgresión, sexo, fanatismo religioso, vicio y ningún atisbo de sobriedad. Todo ello bañado en una banda sonora con una gran carga de ironía y sexualidad.

Buena serie que arranca con grandes espectativas abriendo arcos argumentales interesantes y cerrando varios en sus dos primeras temporadas. Una serie interesante que promete más colmillos, más sexo y más sangre; al fin y al cabo... ¿a quién le apetece una True Blood cuando hay humanos?

State of play

La ayudante/investigadora del presidente del comité para el control de gastos de Defensa, Stephen Collins, ha muerto a causa de un accidente. Un periodista, Cal McCaffrey, antiguo compañero de Collins, investiga el homicidio de un toxicómano a manos de un profesional. Ambos hechos, tan alejados el uno del otro, serán investigados por McCaffrey, que no tardará en revelar una oscura trama que pondrá en peligro tanto el artículo que escribe como su propia vida.


Destripando.

Interesante thriller de suspense que se adentra en las corruptelas y entresijos de las altas esferas y su relación con el dinero privado. Un periodista, Cal McCaffrey (Rusell Crowe), investiga la muerte de un toxicomano que aparentemente no tiene ninguna conexión con la ayudante del senador Stephen Collins (Ben Affleck), antiguo compañero de universidad. Cuando McCaffrey descubre conexiones entre los dos asesinatos, decide seguir adelante con la investigación y atar cabos, esto le llevará a poner en peligro no sólo la investigación, sino las vidas que el caso toca. Ayudado por la joven periodista Della Frye (Rachel McAdams), McCaffrey desvelará toda una conspiración que implica a políticos de alta alcurnia y a multinacionales con fuertes intereses en el ámbito de la seguridad privada.

State of play puede ser un buen thriller, ya sea por su reparto (Helen Mirren, ¡oh, Helen Mirren!), ya sea por la trama o sea por los secretos que bien guarda el guión y que en el desarrollo del film va escupiendo a cuenta gotas. Una buena película con el pulso y el punto de mira atinado, que según transcurre se va llenando de intriga, de tensión, de peligro, de hechos horribles con cine negro vistiendo el film.

En mi opinión la cinta no es mala, aún con un final de sorpresa que no creo que sea la mejor elección, puede salir airosa de las obras funestas que estos últimos años se vistieron de thrillers y acabaron siendo el arma favorita de los políticos: mentiras.

domingo, 20 de septiembre de 2009

The Soloist

El columnista de L.A. Times, Steve Lopez, se encuentra fortuitamente con el sintecho Nathaniel Anthony Ayers. Después de este encuentro y de indagar en la vida del mendigo, Steve Lopez descubre que Nathaniel es distinto al resto, que posee un don extraordinario para la música. Lopez tratará de ayudar a Nathaniel para que este pueda desarrollar su don.


Destripando.

Película de este año 2009 basada en hechos reales y cuyo elenco protagonista lo encabeza Robert Downey Jr. interpretando al columnista Steve Lopez y Jamie Foxx en el papel del músico Nathaniel Ayers.

La película explora la crítica social, la música clásica, la personalidad esquizofrénica y sobre todo la vida del torturado Ayers. De cómo un músico de reconocido talento dejó los estudios en el conservatorio y vivió en las calles de Los Angeles.

El drama es potente. Sus elementos brillan con luz propia, sin que haga falta fuegos de artificio para que el espectador se sienta acongojado por la trágica historia de Ayers. El reparto sostiene una función que a veces se pierde en la crítica social y en la profundidad de los personajes. Daba la impresión de que al ahondar en estos y en la interrelación que surge del músico y el columnista se perdiera el rumbo de la película.

Eso sí, la película cumple las espectativas del autor, más que sastifecho teniendo en cuenta la predilección del aquí presente por la música clásica. Con las primeras notas ya me habían ganado de calle, y esperaba ansioso el resto de la historia. Como una partitura, el metraje se desarrolla con convicción en el drama y con coherencia en los dialogos. Aunque sí es achacable lo mencionado antes, en algún momento se pierde la fuerza ganada y se acaba viendo la película como otra más de las del género "chico con don especial que no puede brillar por traumas del pasado".

Sin embargo, merece la pena. Jamie Foxx y Robert Downey están a la altura de sus papeles, la película tiene algunas escenas de auténtico cine clásico y, además, siempre es buen momento para escuchar música clásica.

Crank 2: High Voltage.

Chevy Chelios busca desesperadamente a quién le robo el corazón y lo suplantó por una máquina artificial que no durará mucho tiempo. Chevy se pone en marcha sabiendo que le queda una hora para recuperar su órgano.



Destripando.


Dos cosas:

1- No he visto Crank 1. Con lo que sentía cierta aprehensión por desconocer el argumento y por creer que no sabría dilucidar la trama de esta secuela si tendía hilos con la primera.

2- Yo soy fan de Too Fast too Furious, de Torque, de 60 segundos, de Transporter, de Taxi, de Vin Diesel, de Stallone, de Schwarzeneger... En definitiva, de los mayores bodrios que se hayan podido filmar.

Ahora entenderán muchas cosas sobre mí... ¿no es así? Esos tics, ese andar tan raro, esa peculiar expresión de relajación cuando se menciona la zoofilia... Hay tantas cosas de las que me arrepiento. No soy católico y he fumado...

¿La película? Como esta crítica. No sirve para nada, no dice nada, no significa nada.

¿La diferencia? Que no me he gastado un montón de pasta.

¿Lo mejor? James Maynard Keenan (Tool) y Danny Lohner (NIN) entrenando a un perro... Sí, amigos. Lo que leen: entrenando a un jodido can.

La pregunta: ¿hacía falta hacer una película que rindiera pleitesia al GTA en modo Jackass?

THX-1138

THX-1138 es un ser humano que vive y trabaja en una sociedad que tiene como único fin controlar a su población y utilizarla para producir, siendo la economía el objetivo por el que se regula a todos los habitantes. Pero THX-1138 se dará cuenta de lo que es el amor gracias a su compañera de piso, LUH-3417, y aunque ambos son separados y castigados severamente por este hecho, THX buscará el medio para reencontrarse con LUH y escapar de esa sociedad.

Destripando.

THX-1138 nos sumerge en una distopía en el que el ser humano se presenta como una máquina que debe consumir y producir. Esta sociedad creada y controlada no permite cualquier síntoma que debilite esos dos objetivos. Así, a los humanos no se les permite tener sentimientos y cualquier conducta que haga peligrar la economía debe ser anulada mediante sedantes o fogueada con símbolos religiosos.

George Lucas, en su primera película, nos sumergía de lleno en un mundo incomprensible, asfixiante y agobiante. En el que los humanos son meras piezas que deben producir, trabajar y no sentir.

El protagonista, THX-1138, intenta escapar de ese mundo gracias al amor de LUH-3417, quién le engaña para no ingerir medicamentos y hacer que se enamore de ella. Pero las consecuencias de estos actos serán abrumadores. En una sociedad altamente vigilada, cada habitación y cada rincón está controlado mediante la tecnología con el único fin de preservar los valores inquebrantables de la economía: producción y ahorro. Así, el amor que sienten entre ellos es castigado severamente. Cuando THX-1138 escapa de la prisión en la que se le recluye, decide buscar a LUH y escapar de ese mundo.

Cierto es que el ritmo es lento y muy pausado, con continuos cambios de referencias que pueden debilitar el interés de cualquier espectador. También es verdad que el desarrollo del film tiene carencias y es en extremo paranoico, pero he de decir que a mi me ha dejado impresionado. En ningún momento el metraje le pierde el pulso a una sociedad deshumanizada y dictatorial. Todo el desarrollo nos muestra lo que es vivir en esa situación de apocalipsis, de agobiante busqueda de contacto y calor. Esa sociedad es palpable, inquietante, temible.

THX-1138 es una película de ciencia ficción, con todas sus letras, que no se distrae con trepidantes escenas de acción y que no cae en el amor tontorrón que se le suponen a las películas de sci-fi de hoy.

Como apunte, rindo avenencia a los sonidos que tiene la película. Conforman una ópera personalizada y sin ellos, me temo que la sociedad distópica no sería tan fría y cruel.

Duplicity

Claire Stenwick y Ray Koval son dos agentes secretos que se adentran en el mundo del espionaje industrial para lucrarse con la dura competencia entre dos multinacionales que harán lo necesario para poseer el secreto de un invento que hará ganar millones.



Destripando.

Clarie Stenwick (Julia Roberts) y Ray Koval (Clive Owen) son dos agentes que trabajan para sus respectivas agencias de seguridad, una en la CIA y otro en el MI6, que intentarán sacar partido lucrándose con el espionaje industrial privado en dos empresas manejadas por el todopoderoso Howard Tully (Tom Wilkinson) y el despiadado Dick Garsik (Paul Giamati).

El enfrentamiento entre ambas da pie a una consumada y planificada colaboración de nuestros dos espías para infiltrarse en ambas y encontrar la fórmula de un invento para poder retirarse de ese mundo. A medida que el metraje discurre, vemos a los protagonistas jugando al gato y al ratón de cara a los empresarios mientras un amor se va fraguando entre ellos. Un amor, claro, que en el mundo del espionaje puede ser un "te quiero" con una daga sujeta a la otra mano.

A decir verdad, la película me resultó algo parecida en su desarrollo a Ocean´s Eleven. Su música, los planos multisecuencia, el estilo de los decorados, las localizaciones... todo me parecía haberlo visto en la película de Soderberg.

No es mala película si uno se centra en su uso como mero entretenimiento. Quien quiera rebuscar más en su argumento podrá encontrar trampas, flashbacks y algo de tensión. Aunque para mi persona, el autor de este blog, la película llegó a ser tan blandita que mi pensamiento fue discurriendo en otros quehaceres y me descubrí pensando en lo mayor que se estaba haciendo Julia Roberts.

Ojo, aún con mis volatiles pensamientos, disfruté de la proposición de Duplicity. Una buena película de palomitas (con caramelo Julia-Clive).

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Carnivale

Carnivale nos adentra en el mundo del circo, donde un grupo de lo más variopinto trata de subsistir en los dificiles años de la depresión estadounidense. Estos se encontrarán en su viaje a Ben Hawkins, un joven callado que acaba de perder a su madre y el cual guarda temibles secretos que pondrán en peligro la integridad del grupo.


Destripando.

Vergonzoso, horripilante, desmotivador para la vida humana. Esos calificativos se merece mi amada HBO. Sí, no me he vuelto loco. Tiro piedras contra mi propio tejado aunque esto sólo conlleve desgracias.

En su segunda temporada y por razones económicas (serie demasiado cara para tan poca audiencia, alegaron, no sin motivo) terminó la que podría convertirse sin ningún rastro de duda en la sucesora de Los Soprano. Por su calidad técnica, por su argumento, por el cine que vive dentro de esta serie.

Es Carnivale una serie lenta. Pausada en sus argumentos, con dialogos irónicos, tenebrosos, cual tragedia griega. Es Carnivale puro cine latente en la entrañas de un circo ambulante. Es Carnivale una serie llena de intriga, misterio, magia, humor, alegorías. Mostrándonos un mundo propio a medida que transcurre la serie y conformando todo un universo mitológico alrededor de personajes que se mueven entre entre la desgracia y la supervivencia. Torturados, perdidos, sin futuro o sin pasado, pobres, esquilmados, endeudados, amorales. Con poderosas interpretaciones: el intrigante Michael J. Anderson (Samson en la serie), el espeluznante Clancy Brown como el Hermano Justin (su voz en inglés es un prodigio de fuerza), la maravillosa Clea Duvall como Sophie. Y todo ello con una calidad técnica y una puesta en escena impecables.

Si bien se puede entender porque Carnivale no evolucionó en las audiencias, el autor aquí presente no entiende porque no se continuó la saga (estaba previsto un total de seis temporadas) a sabiendas de que las audiencias no siempre tienen la razón y teniendo la absoluta certeza de que el tiempo se encargaría de hacer justicia a tamaña tropelia.

Una serie increible, denostada por el público y cancelada por HBO que, supongo, no podía ser tan perfecta. Sólo queda suspirar sabiendo que el bien y el mal tendrán otra contienda más allá, en algún lugar lejano del celuloide donde no podrán llegar nuestros ojos, pero sí nuestra imaginación. Sigo soñando con Ben, con Samson, con el perverso Justin, con la tímida y risueña Sofie... con el halo de polvo todavía levantado al paso del circo ambulante. Al paso del Carnivale.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Aeon Flux

Después de una pandemia industrial que asoló el planeta, el 1% de la población sobrevive en una ciudad futurista aislada del mundo en donde intentan conseguir la vida perfecta. Un grupo de revolucionarios intentarán destapar la verdad oculta que se esconde en esa realidad perfecta.



Destripando.

No recordaba el primer visionado de esta película, así que me aventuré otra vez en su revisión. Cambió bastante mi apreciación de la película en su segundo visionado: era peor.

El mundo en el que se sumerge Aeonflux y en el que vive tiene un hiperdiseño exhacerbado, como si cada escenario fuera una habitación de una nave espacial. Una cosa es ser ciencia ficción y otra muy diferente es alterar lo común y convertirlo en la hiperbole del diseño. Tanto escenarios como trajes están sobrecargados en ese aspecto. Me dió la impresión de que tanto diseño sólo escondía cartón piedra.

Quizá sea el argumento o los personajes que se van moviendo por la película, sin apenas carga dramática aún con tragedias supinas como la muerte de civiles inocentes, el caso es que el engranaje me parecía disfuncional. Ni me creo la tragedia, ni los motivos para vengarse, ni que los malos sean malos o los buenos, malos. A medida que avanza la película y el trasfondo del argumento va llegando a su desenlace, lo único con lo que puedes quedarte son con las escenas de acción y con algún que otro gesto de la Theron.

Y aún con esas, la película no la salva ni Charlize Theron ni nadie. Hay dos fracasos en esta películoa. Un fracaso de película como ciencia ficción y un fracaso de película como acción: sólo hay que ver las peleas, filmadas sin un plano largo; como sabiendo que una coreografía entre los combatientes sería tan poco creíble como el argumento de la película. Y así me dispongo a que cada patada, cada voltereta o cada salto sea en plano corto para darle, como diría yo, energía, vitalidad. Cualquiera que se fije bien verá que están supliendo carencias. Para rematar, la escena final: la caída del cielo de Charlize agarrada a la medusa voladora. Es para no perdérsela.

La única sensación que me queda es si Aeonflux podía haberse filmado de otra forma, si podía haber tenido una hálito de esperanza en cuanto a las posibilidades de ser una buena película de ciencia ficción.