Páginas

domingo, 5 de septiembre de 2010

Invisible (Lo que no se ve)


Nick es un joven y modélico estudiante en el instituto, escribe poesía, no tiene padre y su madre se opone a sus iniciativas. Su buen amigo Pete se endeuda con una pandilla de jóvenes en el instituto comandada por Annie, una joven con problemas domésticos y una tendencia autodestructiva. Pronto, los caminos de Nick y Annie se cruzarán, dando lugar a sucesos trágicos, mentiras y sacrificios.


Destripando.

Nick (Justin Chatwin) es un joven estudiante que intercede entre su amigo Pete (Chris Marquette) y la banda de gánsteres juveniles comandados por Annie (Margarite Levieva), un alma rebelde y torturada. Esta interferencia tendrá consecuencias devastadoras para todos.

Película de 2007, remake yanki de su homónima sueca. Invisible es un thriller con una historia que tiene su mejor punto en la producción, en la cámara que nos enseña la historia y en un comienzo prometedor. La pega es que a medida que avanza la película y las piezas van encajando, la trama desgranada recuerda globlalmente a Ghost: más allá del amor (1990); tirando por tierra el trabajo de ser la nueva perla de culto adolescente y dejando la sensación de película blanda y juvenil.

El elenco actoral está bien cimentado y sin salirse del guión ni establecer puntos algidos de interpretación, sostiene una trama y genera la tensión suficiente para esperanzar al espectador. Y este no se aburre, más bien se decepciona cuando el hilo de la película llega al final y descubre promesas vacuas y repetitivas.

Aún con esto, la película entretiene si el mayor objetivo del espectador es pasar dos horas de un domingo frente a un televisor con un bol de palomitas y saboreando un película bien hecha y bien llevada. Lo cual en estos días, no es poco.

viernes, 19 de marzo de 2010

Green Zone

Una unidad de soldados norteamericanos es destinado a la búsqueda de armas de destrucción masiva para probar las teorías que comenzaron y sostuvieron la invasión de Irak por parte de Estados Unidos.




Destripando.

El soldado Miller (Matt Damon) es destinado a una unidad militar cuyo objetivo es encontrar las armas de destrucción masiva que sirvieron como pretexto a la Casa Blanca para invadir Irak. Al intentar confirmar las fuentes de las informaciones facilitadas, Miller se verá envuelto en una oscura trama que abarca a las principales cabezas de la inteligencia y la política estadounidense.

Green Zone es una buena película mirándolo desde sus elementos más básicos: Irak post-invadida, acción al estilo Bourne, thriller de alta alcurnia (espías, mercenarios, militares, terroristas,...), un director solvente y un reparto actoral serio. Todos estos elementos bien conjuntados hacen de este film algo séncillo, visualmente impoluto, con sus dosis de adrenalina y sus momentos de suspense bien reglados.

Green Zone sabe escrutar y escarvar en los hechos para mostrarnos una trama en la que siempre destaca el sabor amargo de la mentira. Falacias bien hilvanadas de la que intuyes dos cosas: que fueron trágicas y que vinieron desde arriba. Green Zone muestra como unos pocos fueron capaces de crear un vertedero estatal -Irak para más reseñas- y como cualquier acto de denuncia es subyugado por el aparato gubernamental.

Con Green Zone tienes la tarde asegurada. Acción, suspense y un actor creíble: Matt Damon. Al aquí presente se le reafirmó la idea de que las actuaciones de este chaval, aún no destacadas en el montante global, sí suponen -y supondrán- una cierta y rara calidad que siempre han destilado personajes como Brad Pitt, Johnny Depp o Morgan Freeman, entre otros.

lunes, 15 de marzo de 2010

Death Note

Light Yagami es un estudiante que un día cualquiera encuentra un cuaderno de tapas negras en su colegio. Ese cuaderno otorga a su poseedor la capacidad de dar muerte a toda persona cuyo nombre sea escrito en sus hojas mientras se recuerda la faz de la víctima. Así, muerte tras muerte, Light Yagami va hilando un plan cuyo objetivo final es desterrar toda maldad del planeta tierra y establecer una única autoridad suprema para preservar la justicia: el propio Light.

Destripando.

No soy fan del anime ni mucho menos, aunque como fiel e infantil seguidor de Bola de dragón, he sido de esa generación que intuyó una puerta abierta hacia otra mutación del cine de animación en los comics japoneses.

En Death Note nos encontramos ante el bien y el mal. Un duelo eterno y grandielocuente personificado esta vez por Kira/Light Yagami y L/Hideki Ryuga. El primero simbolizado en la visión utilitarista de los planes justicieros contra el mal; el segundo, un detective snoob con síntomas de Asperger muy parecido al Sherlock Holmes de toda la vida. Ambos, comandarán 37 capítulos (en dos partes, Death Note: Visions of a god y Death Note: L´s succesors) con un ritmo y una originalidad tremendas.

Si algo destaca en Death Note es en su sentido de thriller. Más allá de la mitología, de los shinigamis (los dueños de los cuadernos) y de los humanos, el hilo argumental está férreamente sostenido por la historia de Light Yagami en su intento de repartir justicia internacional, de las elecciones que toma, de las causas, las consecuencias y las tensiones de estas. Todo en Death Note en sus primeros capítulos engloba las sensaciones de película agobiante, extrema e intensa que sólo desprenden los buenos thrillers. Death Note marca muy bien la conversión de un modelo ejemplar que representa el estudiante Light Yagami en un inteligente, frío y calculador asesino apodado Kira.

Y su antítesis: L. El detective número uno del mundo oculto tras una letra. Nadie le ha visto, nadie conoce su rostro y sin embargo todo el mundo ha oído hablar de él. De su leyenda, de su trabajo, de su éxito en los casos en donde la policía y los servicios de inteligencia de todo el mundo (Interpol, CIA, etc...) habían fracasado. Kira encontrará en L a su némesis, un agente que trabaja con métodos deductivos y que no dudará en poner al límite a todo quisquie con tal de probar sus teorías.

En estos dos personajes recae la trama de la película y prácticamente el peso de la mayoría de los capítulos. Death Note acaba muy bien la primera parte: temeroso, excitado e incrédulo acaba el espectador. Si bien en la segunda parte -L´s succesors- es más de lo mismo visto anteriormente en la primera; sí destaca por la apertura de ese mundo claustrofóbico que era el enfrentamiento de las dos mentes. La trama se abre a otros personajes de todo tipo y calaña: desde los superdotados detectives -sucesores de L- hasta los altos directivos de una empresa de Japón, desde las filias y fobias de los policias hasta las batallas por los cuadernos de Kira.

Death Note tiene una primera parte excepcional, apoyada en el desarrollo de los personajes y en un sonido excepcional. Death Note tiene una segunda parte espectacular, donde se mueven bandidos, policias, agentes secretos y corporaciones sin que se distinga muy bien quien es el bueno y quien es el malo. Pero, sobre todo, Death Note tiene la capacidad de imbuir al espectador en un metraje que rezuma tensión, intriga, fragancia de clásico, muerte y mucho vicio ánime.

PD: A descartar por el aquí presente los créditos, tanto iniciales como finales, cuya música rockera-punkera no encaja ni mucho menos con la trama musical que se oye durante el desarrollo de los capítulos, algo sutil y perfecto.

miércoles, 10 de febrero de 2010

The code

Keith Ripley es un legendario ladrón de guante blanco, el mejor en su especialidad. Para saldar una antigua deuda, se dispone a robar unos huevos de Fabergé inexistentes para el mundo y de gran valor. Ripley, con ayuda de Gabriel, un joven especialista en robos, decide robar los huevos e intentar esquivar al agente Weber, un policía astuto que lleva tras su pista desde hace mucho tiempo.


Destripando.

Keith Ripley (Morgan Freeman) se dispone a robar unos huevos inéditos de Fabergé con la ayuda de Gabriel Martin (Antonio Banderas), para saldar una deuda pendiente que le costó la vida a su antiguo socio, padre de Alexandra (Radha Mitchell), una abogada y protegida de Keith. Pero el robo se irá complicando en la medida que el teniente Weber (Robert Foster), un policía que lleva años tras la pista de Ripley, cierre el círculo en torno a este en una trampa calculada. Para colmo de males, Ripley tiene que solventar la ardiente relación entre Gabriel y su ahijada, a fin de que no cometan estupideces.

The code es una buena película si no esperas nada de ella, porque nada ofrece. A simple vista, The code rememora las últimas películas de robos sin daños: la saga Ocean´s, La trampa, El secreto de Thomas Crown, The Score...

Lo que The code nos ofrece es más de lo mismo: un botín, ladrones sagaces, un policía pertinaz, una deuda que pagar y por eso robamos, un malo malísimo (ruso, ex-antiguo KGB, seguro) y un espléndido y sofisticado robo.

El caso que el film, a medida que transcurre, cuenta todo de forma mecánica, sin esforzarse nada en parecer innovador, fresco. Es simple y llanamente una suma de hechos que se entrelazan y luego se desenlazan sin mayor dificultad, ni para el director, ni para los actores, ni para el espectador. Las tramas se centran en el pasado de Ripley sin mucha convicción, en el rápido escarceo amoroso de Gabriel con Alexandra, y en el robo para pagar una deuda.

Este último suele ser el que mayor golpe de efecto suele causar en los filmes anteriormente pronunciados. El caso es que en The code todo el robo -el estudio del lugar, la preparación, la planificación, la acometida y el desarrollo del robo- tiene una profunda vacuidad. No hay ni una gota de suspense o gratificación para el espectador, ni siquiera se esfuerza por despertar el interés de este. Como si todo fuese enlatado y listo para servir, así de fácil.

Si al robo, que no es espectacular, le sumas unos actores sin profundidad, un guión rectilineo y un rodaje sin pulsiones; resulta que el montante total es una película anodina en donde sólo se intuye la diversión en los sitios más recónditos: gestos del gran Freeman, Banderas en el papel monocorde de galán -con los cuarenta lejanos y, por cierto, en el mismo papel que hacía allá por los noventa-, y las curvas juveniles de la fémina de turno. Nada más.

No hay mucho que ver porque el metraje ofrece pocos alicientes. Así que tómense la cosa con calma y hagan palomitas para pasar el rato.

jueves, 4 de febrero de 2010

Avatar

Después de la muerte de su hermano, Jake Sully se embarca como piloto de Avatar para una corporación que quiere explotar la riqueza del planeta Pandora. Su misión: conducir un avatar, mezcla de humano y Na´vi (nativo del planeta), y proteger a un grupo científico mientras exploran el planeta.
Los problemas para Jake surgen cuando un mujer Na´vi le salva la vida y le introduce en las costumbres de su raza. Pronto sentirá la fascinación por aquella raza tan unida a la naturaleza y luchará por proteger Pandora de los intereses de la corporación.

Destripando.

¿250 millones? ¿O eran 300 millones? Avatar, una de las películas más caras de la historia del cine, hace su presentación con una historia ya vista y unos efectos especiales nunca vistos.

Jake Sully es reclutado por una empresa para defender los intereses económicos en el planeta Pandora. No es ni más ni menos que la extracción de un mineral valiosísimo que permitirá solventar los problemas que por el año 2154 tendrán los humanos. El único obtáculo serán los Na´vi, nativos del lugar que tienen su hogar justo encima del mayor yacimiento. Para intentar convencerlos/echarlos/engañarlos, Sully y un equipo de pilotos de Avatares (nativos creados en laboratorios cruzando su ADN con el ADN humano para así conectar mentalmente con estos y poderlos pilotar) se internan en la selva con el propósito principal de pactar con los Na´vi y que se vayan. Pero lo que no saben los humanos es que la conexión de los Na´vi con Pandora es a todos los niveles, una conexión que no se puede comprar y por la que están dispuesto a luchar y morir. Jake Sully va tomando partido del lado de los nativos al entender y apreciar su cultura, sus costumbre y su fuerte conexión con la naturaleza.

Desde el punto de vista técnico, Avatar es impoluta y perfeccionista. Desde el punto de vista del cinéfilo: es una película más, la historia de Pocahontas en otro lugar y con otras personas. Desde el punto de vista del espectador: es un entretenimiento agradable. Desde el punto de vista del espectador ávido de sagas interestelares y juegos de rol: Avatar es un universo ignoto que explorar, con su propía mitología y con el clásico enfrentamiento entre las fuerzas del bien y del mal.

Y es en este último punto donde Cameron se sale con la suya. Manteniendo la calidad de este film en base a efectos especiales y diseños espectaculares, el director puede rodar todas las películas que se le antojen. Este mundo que presenta puede llegar a ser tan extenso y tan (no lo neguemos) lucrativo como las mayores sagas de los últimos tiempos: la antes mencionada Star Wars, Resident Evil, Indiana Jones, Back to the future y un largo (y lucrativo) etcétera.

De la película: las escenas en la jungla, las escenas en la base, en definitiva, todas las escenas que derrochan tecnología de por medio son sencillamente perfectas (viéndolo en 3D, más). La recreación del mundo Pandora nos da buena muestra del por qué de tan elevado presupuesto. Todo es sencilla y llanamente perfecto, a la altura del hasta ahora inalcanzable mundo Pixar.

Si Cameron se mueve bien sobre la historia como ya lo hizo George Lucas o Spielberg en su momento, puede que nos encontremos ante un evento como lo fue El Señor de los Anillos de Tolkien a mediados del siglo pasado.

Y qué quieren que les diga, para un servidor aquí presente, este tipo de universos e historias enganchan de principio a fin. Sólo rezo para que Cameron no resbale ante tan pantagruélico reto.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Taxi to the dark side

Dilawar proviene de una familia de campesinos. Se hace taxista para traer dinero a casa. Su calvario empieza cuando en el invierno de 2002 es detenido por aliados americanos y trasladado a la prisión de Bagram.
Alex Gibney utiliza esta historia como hilo conductor y feroz crítica a la represión de los Estados Unidos durante la guerra afgana e iraquí y, más concretamente, sobre las torturas que llevaron a cabo miembros del ejército americano siguiendo directrices desde Washington.

Destripando.

Duro documental, ganador de un Oscar, que muestra con claridad meridiana el horror de la guerra de Afganistan e Irak. De como la población detenida sufrió humillaciones y vejaciones enmarcadas en el terrible círculo del contraterrorismo estadounidense.

Taxi to the dark side desgrana en su metraje las claves (causas y consecuencias) de la guerra que inició la Administración Bush después del 11-S. La barbarie humana que supuso -y supone- el inicio de dos guerras, el empleo de la mentira hacia el pueblo norteamericano y la estrategia planificada de la guerra. Y mucho más allá de todo eso: el uso de tacticas sistematizadas y estudiadas para la obtención de información mediante tortura.

Si en algo da preferencia el documental, es al uso ilícito -y legitimado por el gobierno- de la tortura en todas sus categorías y fases, sin importar el daño, para la obtención de información que ayudase a la lucha contra el terrorismo. Ahí es donde entra Dilawar, un campesino afgano que trabajaba de taxista antes de ser apresado junto a tres pasajeros y llevado a la prisión de Bagram. En esta prisión, se encontraría con los métodos que después se emplearían con terrible eficacia en la archiconocida prisión de Abu Ghraib.

Gracias al excelente trabajo de Gabney, todos podemos asistir a las pruebas y los testimonios de soldados, militares destinados a Irak, altos mandos y periodistas que describen fríamente los últimos días de Dilawar en Gabram. Obtiene de estos la rutina diaria en una cárcel de tortura: las palizas, los escarnios, las posturas forzadas, el sueño interrumpido, las burlas... Todo ello al amparo de los oficiales superiores.

Y cuando ya creemos presenciar el caos de la dignidad humana, Gabney nos adentra más profundamente en la destrucción de esta cuando decide escalar por la columna de mando. Respondiendo a las preguntas: ¿Quién consintió? ¿Quién planificó? ¿Quién dictaminó que torturas se emplearían? ¿Por qué? Gabney desgrana y desenmascara a los verdaderos artífices del golpe, de la guerra, al brazo ejecutor que no es otro que la pléyade burocrática que aprovechó el golpe del 11-S para practicar la guerra sucia contra los terroristas. Con los servicios de inteligencia y el ejército como punta de lanza y el consentimiento de una nación sometida al miedo como escudo.

Lo más descorazonador es comprobar -como siempre- que las culpas caen hacia abajo, que los protagonistas de corbata salen bien librados de la peste que humea en sus decretos y en sus acciones. Y que los mayores verdugos en el terreno salieron sin escarnio del asunto.

Eso es lo escalofriantemente palpable de Taxi in the dark side. Un puñado de personas, apoyadas en el hueco abstracto que había en las leyes internacionales, cometieron crímenes de lesa humanidad con el consentimiento, la indiferencia y la impotencia de todos los demás.

Un puñado de personas que pertenecen a la nación más poderosa del planeta, símbolo y estandarte de los valores democráticos, luz que ha de guiar al mundo. Personas que nunca conocerán el sufrimiento que derrocharon y nunca pagarán por lo que hicieron.

Qué terrible infamia.

domingo, 31 de enero de 2010

Up in the air

Ryan Binghman trabaja en una empresa que asesora a otras sobre despidos y reducciones de plantilla. Viaja por todo el país coleccionando millas de vuelo, durmiendo en hoteles, dando conferencias, conduciendo coches de alquiler y embarcando en aeropuertos. Esta vida, perfecta y despreocupada para Ryan, se ve amenazada cuando su jefe decide modernizar el servicio de despidos para ahorrar costes.

Destripando.

Ryan Binghman (George Clooney) tiene un estilo de vida peculiar. Gracias a su trabajo como asesor de despidos y reducciones de plantillas, viaja por todo el país coleccionando millas en busca de su única meta: 10 millones de millas en viajes de avión. Disfruta embarcando en aviones, durmiendo en hoteles, llevando lo más importante en una mochila y viviendo libre de ataduras. Este estilo de vida choca con dos hechos: Alex Goran (Vera Farmiga), una mujer con la misma vida que Ryan, y la modernización del servicio de despidos por parte de su empresa.

A priori, Up in the Air parecería otra película romántica más, otra más de las de chico-conoce/pierde/recupera-chica, otra más con el guaperas de turno y algún triángulo amoroso. Eso es lo que parece desde lejos, y aunque Up in the air tiene un toque romanticón, hay otro toque un poco más distingido. Un toque que intenta profundizar en la verdadera cuestión del conflicto de Ryan que bordea la crítica subrepticia a lo que nos rodea, a las acciones de la gente, a sus relaciones, a la vida que decidimos escoger y con quién vivir esta.

En la trama argumental destacan las ideas de lo cruel de un despido: las reacciones de la gente, la fría y calculada respuesta del ejecutor (Ryan y su compañera Natalie -Anna Kendrick-) y el agujero negro que dejan en las personas, el miedo ante el abismo de los años perdidos. Y hay que reconocer que el director tiene mano para hilar con buen tino las ideas anteriores con el estilo de vida de Ryan (su fría despreocupación, sus ideas, las relaciones familiares y, sobre todo, la relación amorosa con Alex) y su antítesis: Natalie -sentimental y visceral-.

El film tiene muy buenos momentos, el que mueve los hilos tiene verdaderas dotes para no caer en lo banal, en lo superfluo de la propuesta. Aunque quizás el metraje tenga su mayor pega en lo flexible que resulta ser la propuesta hacia el final, cuando todos los conceptos y la reflexión queda meridianamente clara y sólo queda la despedida del protagonista y la lección que de ello sacamos. Aún con estas, en el metraje se paladea un cine con un sello de calidad y personalidad distintivos, aparentemente sencillo.

Se adivina un futuro más que digno en Hoollywood para Reitman, un director con suma facilidad para realizar críticas sibilinas a un estilo de vida y a un mundo que se mueve más rápido que el propio ser humano.

miércoles, 27 de enero de 2010

2012

Una serie de catastróficas predicciones, basadas en el calendario maya, se cumplen en el año 2012. Jackson Curtis, un escritor en horas bajas, trata de salvar a su familia y ponerlos a resguardo del fin del mundo.




Destripando.

Jackson Curtis (John Cusack), un divorciado que es un desastre en sus labores paternas, trata de salvar a su familia de un final quemado, ahogado, aplastado por edificios, tragado por la tierra, muerto por accidente de avión... y muchas cosas más.

Película eterna que se mueve gracias a unos efectos especiales que recrean de maravilla el fin del mundo y que evidencia una total falta de ambición más allá de impresionar al personal con el uso del ratón. Porque la película es el fin del mundo y nos lo cuentan con una exhuberancia de medios digitales maravillosos.

Si 2012 gustaba (sabiendo que era Independence Day 2) era porque tenía una trama que atraía al aquí presente: el fin de la humanidad. Pero hete aquí que la historia, los personajes, los sentimientos y las escenas de peligro están sacados del mismo guión: don taquilla. Y para don taquilla sólo existen los excesos. Creyendo así que será un éxito de taquilla por tener explosiones y Winconsin en Ulan Bator.

Basicamente, 2012, se reduce a presentar las caras y la causa de la catástrofe, 140 minutos de persecuciones -la madre Naturaleza contra todos esos súbditos terrestres- y los minutos del final donde se promete ser mejor persona y tirar las pilas en el contenedor correcto.

Y la sensación que se me queda es que he sufrido demasiado por el único placer de ver gente gritando despavorida y enloquecida por no tener un refugio.

PD: Woody Harrelson con su papel de pirao levanta un poquito el ánimo...

martes, 26 de enero de 2010

Infectados

Danny, Brian, Bobby y Kate son cuatro jóvenes supervivientes que emprenden una huida hacia el golfo intentando escapar de un virus que ha asolado el planeta tierra.





Destripando.

Infectados relata la huida hacia la playa del Golfo en donde los hermanos Danny y Brian veraneaban. Ahora, ese destino les llevará a recorrer el pais por carreteras abandonadas, asoladas por un extraño virus y observando las secuelas de este en la vida humana.

Pero no es un viaje fácil el que se les presenta a los púberes. Tendrán que enfrentarse a situaciones dramáticas y solventarlo siguiendo unas estrictas reglas de superviviencia: los enfermos son muertos, no toques nada que no esté desinfectado...

La película se presenta aterradora desde un comienzo. Una buena calidad de imagen y una buena fotografía no hacen más que aturdirnos y agobiarnos con lo que intuimos en la vida de los cuatro jóvenes: la muerte en cualquier sitio.

El film tiene pasajes que rellenan la historia y nos dan pistas sobre lo que pasó, sobre lo que pasa, sobre quién queda y por qué. En cada uno de ellos también nos demuestra las actitudes de las personas ante el caos, el vacío, el virus y el final. Sin tener zombies ni masticar carne, la película se centra exclusivamente en el dramatismo del estilo de vida que deben adoptar los cuatro jóvenes. Ante los enfermos, ante las bolsas de cadaveres, ante las ciudades vacías, ante sus propios congéneres (paranóicos o no, armados o no)...

Todo en el metraje es desasosegante, descorazonador, desesperanzador.

El final es el que me sorprende. Un buen guión y una buena película que posee algo de un final interrumpido, vácuo. Como si pensar en ello no ayudará a entender el porqué, como si todo lo vivido con los cuatro jóvenes no lleváse a ningun lugar, no sirviera para nada.

miércoles, 20 de enero de 2010

Sherlock Holmes

Sherlock Holmes es un famoso detective londinense y asesor de la policia británica que, ayudado por su socio el doctor John Watson, descifra los asesinatos más enrevesados con un gran poder de deducción y unas capacidades extraordinarias. Estas se verán enfrentadas a su mayor reto cuando Lord Blackwood, encerrado por Holmes y ejecutado por asesino y ocultista, resucita en busca de venganza.


Destripando.

¡Ay, Holmes! Quién te ha visto y quién te ve.

En esta nueva versión Holmes deja de ser ese tipo británico, con esa chupa inglesa a cuadros y esa lupa enorme. Este Holmes es rematadamente más fuerte, más becerro, más bestia. Adecuado a los tiempos que corren y gracias al cómic de Lionel Wigram (que servidor no ha leido) Sherlock Holmes se nos presenta rematadamente más socarrón y más héroe de acción que nunca.

Y no es mala la apuesta que hace el director Guy Ritchie. He de decir que aquí el presente no esperaba que el autor de la excepcional Snatch (¿Cerdos y Diamantes?... Estos españoles y sus títulillos) y de la no menos grata Rockanrolla, se anduviera con buen paso y pulso firme por la Inglaterra del siglo diecinueve.

En Sherlock Holmes se muestran los evidentes toques de post-producción que tanto le gustan al director (y que a mi no me desagradan del todo): cámaras superlentas y sonido espectacular, voz en off, escenas en doble tempo... Sus detalles, vamos.

Es bueno que Ritchie dé sintomas de buen cine, de su cine, más allá de las películas caseras con su ex-esposa e icono, Madonna, y de sus teóricos escenarios. Me había hecho a la idea de que Ritchie no podría armar su cine fuera del ambiente barriobajero donde siempre se han movido sus tramas. Donde los personajes y las pequeñas historias que estos conforman convergiesen en un final donde todos reciben su castigo, su merecido o su premio.

Esta vez, y como ya dije antes, la apuesta no le sale mal del todo. Con un Downey Jr. en estado de gracia, un Watson con piel de Jude Law y una chica como Rachel McAdams pululando en el papel de amante traicionera; la película se sostiene y evidencia un buen ritmo, una cámara despierta y unas escenas que dejan entrever una época convulsa y oscura. También me gusta la estela que deja el Profesor Moriarty, el archienemigo de Holmes, que no aparece en el metraje y cuya nocturnidad engalana los motivos más o menos creíbles del film.

Porque, a decir verdad, los motivos de la trama y el metraje están condimentados a la acción para el gran público y a la ayuda de este para no poner en tela de juicio la credibilidad del malvado objetivo. Eso sí, las escenas de acción tienen sus efectos especiales y sus luchas espartanas, todo para el deleite de los abyectos y la justificación de papis, mamis, novios y novias en su paso por taquilla.

Pero más allá de su porción de taquilla malsana, se puede disfrutar de una entretenida película con un elenco que no desentona, con unos escenarios bien escogidos y con una proposición que sopla aire fresco a los thrillers y a las películas de acción con la paradoja de que el protagonista es un tipo creado hace más de un siglo.