Una serie de catastróficas predicciones, basadas en el calendario maya, se cumplen en el año 2012. Jackson Curtis, un escritor en horas bajas, trata de salvar a su familia y ponerlos a resguardo del fin del mundo.
Destripando.
Jackson Curtis (John Cusack), un divorciado que es un desastre en sus labores paternas, trata de salvar a su familia de un final quemado, ahogado, aplastado por edificios, tragado por la tierra, muerto por accidente de avión... y muchas cosas más.
Película eterna que se mueve gracias a unos efectos especiales que recrean de maravilla el fin del mundo y que evidencia una total falta de ambición más allá de impresionar al personal con el uso del ratón. Porque la película es el fin del mundo y nos lo cuentan con una exhuberancia de medios digitales maravillosos.
Si 2012 gustaba (sabiendo que era Independence Day 2) era porque tenía una trama que atraía al aquí presente: el fin de la humanidad. Pero hete aquí que la historia, los personajes, los sentimientos y las escenas de peligro están sacados del mismo guión: don taquilla. Y para don taquilla sólo existen los excesos. Creyendo así que será un éxito de taquilla por tener explosiones y Winconsin en Ulan Bator.
Basicamente, 2012, se reduce a presentar las caras y la causa de la catástrofe, 140 minutos de persecuciones -la madre Naturaleza contra todos esos súbditos terrestres- y los minutos del final donde se promete ser mejor persona y tirar las pilas en el contenedor correcto.
Y la sensación que se me queda es que he sufrido demasiado por el único placer de ver gente gritando despavorida y enloquecida por no tener un refugio.
PD: Woody Harrelson con su papel de pirao levanta un poquito el ánimo...
Te has dejado el punto mas importante por el que argumentar que es una perdida de tiempo, y es que solo mueren 5.854.465.251 personas...
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