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sábado, 24 de octubre de 2009

Weeds

Nancy Botwin, mujer recientemente viuda y con dos hijos, decide convertirse en traficante de marihuana para poder pagar las deudas que se le acumulan. En su descabellado objetivo le ayudarán su cuñado y sus amigos más cercanos.

Así, Nancy y sus amigos empezarán un negocio lucrativo y subrepticiamente permitido en todos los estratos de la tranquila y elitista comunidad de Agrestic.

Destripando.


Weeds tiene cinco temporadas, a la espera de la sexta, voy a destriparla quirurgicamente. Como ya he comentado en otras críticas, no me gusta destripar una serie sin que esta haya acabado; ya que lo que hoy es de gran valor, quizá mañana deje de tenerlo. Aún así me voy a arriesgar, dado que la serie se merece por lo menos unos párrafos del que aquí escribe.

Nancy Botwin (Mary Louise Parker) queda viuda cuando su marido Judah (Jeffrey Dean Morgan) sufre un ataque al corazón mientras realizaba ejercicio con su hijo pequeño Shane (Alex Gould). Acuciada por las deudas, Nancy tomará la más descabellada, solícita y peligrosa medida: vender marihuana. En la ingente labor, poco a poco, irá involucrando a sus amigos más cercanos (su vecina Celia y el marido de esta: Dean Hodes; el alcalde de Agrestic, Doug Wilson; su cuñado Andy Botwin) y a su propia familia en el submundo del tráfico de marihuana.

No desentrañaré el argumento ya que en cinco temporadas suceden demasiadas cosas como para ponerlas en un papel, además voy a centrar mi crítica en la visión general de la serie, así el que quiera verla tiene garantizado mi clausula de confidencialidad.

La serie a mi parecer se apoya en tres pilares: su protagonista (Mary Louise Parker), el reparto que le salvaguarda (grande Justin Kirk desde el principio, grande Kevin Nealon, escandaloso el joven Alex Gould, el más pequeño y analítico de los hijos...) y el humor del que hace gala la serie.

Dispara contra todo y contra todos. Si hay algo en Weeds que sobresale es el humor salvaje, visceral y destilado que se encuentra a lo largo de la serie. Con grandes dosis de socarronería, el humor hace que todo engrane desde el primer momento, sobre todo para combatir los puntos negativos que tiene la sociedad americana (y practicamente de cualquier otra sociedad) como son: drogas, infidelidad, moralina, religión, raza, sexualidad...

Apoyados en guiones contundentes, los personajes se van revelando contra su estereotipo asignado y se descubre en ellos a auténticos drogadictos, pervertidos, masoquistas y gente cargada de prejuicios de toda clase. En Agrestic, ciudad residencial donde transcurren sus primeras temporadas, se va observando la doble cara de una sociedad perfectamente moralizada en las leyes y pervertida en la práctica. Allí donde menos lo puedas esperar ves una raíz perteneciente al mundo de la droga. Y es ese mundo el que toman los personajes como normal y lo muestran sin ningún atisbo de vergüenza o temor a escarnio público. Quizá radique en este punto una de sus mejores bazas.

Como punto negativo puedo decir que habiendo visionado las cinco temporadas emitidas, puede que no sea muy estricto a la hora de responsabilizar y culpar a los protagonistas por sus situaciones temporada tras temporada. Es decir, en el mundo de hoy dudo que nuestra adorada y valiente Nancy no hubiese acabado en cualquier vertedero o cuneta mediada la primera temporada. Salvando este punto, Weeds encabeza las series que mejor mezclan el drama, lo cómico, la intensidad en las interpretaciones y las situaciones hilarantes.

Ver el tridente Dean Hoges-Andy Botwins-Doug Wilson (Miller-Kirk-Nealon) a lo largo de las cinco temporadas no tiene precio. Estos tres son una de las mayores sorpresas tanto a nivel coral como individual (quizá Wilson cause repetición durante esta quinta temporada). Bien es cierto que los productores pueden continuar con la serie cinco o diez años más sólo basándose en estos tres personajes.

Lo mejor de Weeds es que más allás de las situaciones surrealistas de porreros y mujeronas, se destila en sus temporadas (sobre todo en la primera) una fuerte crítica al establishment que prohibe el consumo del cannabis (y a la vez se beneficia) y un ejemplo mordaz y real sobre el uso del opiáceo en la sociedad de hoy. Con sus causas y sus consecuencias.

sábado, 17 de octubre de 2009

Let the Right One In

Oskar es un muchacho de doce años, sus padres están separados y vive con su madre, unos compañeros de colegio no dejan de acosarle y acaba de conocer a su joven vecina llamada Eli. Pronto, Oskar descubrirá todo un mundo oculto en los enigmáticos ojos de la chica y los temibles secretos que puede ocultar una niña de su misma edad.


Destripando.

Toda una sorpresa esta Låt den rätte komma in (en español recibió el título de Déjame entrar) para un inexperimentado en lo que respecta al cine sueco. Y más sorpresa aún cuando percibo que la película trata sobre el género de los vampiros.

Oskar es un chico de doce años y como es propio de su edad se aburre, se divierte, juega, es acosado por compañeros de colegio y no tiene ni idea de muchas cosas. Conoce a su nueva vecina, Eli, una chica enigmática y bastante rara la cual no toma dulces, no recuerda el frío y resuelve el cubo de Rubbick en un tiempo récord. El desarrollo de la película desgrana la experiencia vital de los dos protagonistas y el desarrollo hacia la madurez de ambos.

La película es lenta, sorprendentemente sombría, metículosa en sus detalles, siniestra, bien filmada y con una originalidad única: la perspectiva del vampiro vista desde los ojos de una niña. Y no crea el espectador que por tener niños en el film va a ser más ligero su contenido, ni mucho menos, el metraje tiene todos los ingredientes del género: muerte, sangre, luz del día, animales que odian a los vampiros, contagiados, víctimas, asesinatos, etc. Aunque hay que notar que más allá de la película de vampiros, está la historia que surge de la amistad de dos críos. El film es perturbador, mezcla sin ningún pudor el amor, los vampiros, la carnaza humana y riega todo ello de un humor fino, negro y exquisito.

La película es lírica pura, la cámara se mantiene en todo momento en un estado de gracia tal, que nos permite sentir cualquier sentimiento reflejado en la pantalla. A destacar el trabajo de la chica: Lina Leandersson, cuya dulzura y belleza femenina compagina de maravilla con su vertiente vampírica, salvaje y sanguinolenta. Y el chico, Kare Hedebrant, el cual tiene momentos de humor sublimes (sus primeros planos no tienen desperdicio).

Let the right one in puede posicionarse muy facilmente entre las películas de vampiros por excelencia, esas que se recuerdan como míticas. Quizá el tiempo le de la razón al metraje, ya que algunos de mis conocidos todavía no se han dado cuenta de lo que tienen entre manos.

Unbreakable

David Dunn es el único superviviente de un accidente ferroviario. Sin ningún rasguño o herida, David se cuestiona con ayuda de Elijah Price, un tratante de comics, su propia naturaleza y su destino en el mundo en el que vive a partir de este funesto accidente. En su búsqueda reconstruirá su pasado dando luz a secretos temibles e inciertos sobre su identidad.


Destripando.

No os voy a engañar: Shyamalan tiene una parte significativa de mi alma. A través de su filmografía me fui enamorando de su forma de hacer cine, sobretodo del fulgurante manejo de la cámara.

A Shyamalan se le ha tachado de mediocre en el arte del cine de terror. Y creo que este es un error de marketing de los gordos. Sus películas, desde The sixth sense, han sido publicitadas como obras de terror, obras que daban miedo. Pero el auténtico cine que late en los filmes de Shyamalan es el del suspense. Es un genio del suspense, no del terror. De ahí creo que proviene el desencanto de un amplio sector del público que esperó en Shyamalan al nuevo Wes Craven o algo parecido.

Su filmografía juega alrededor de un eje: el miedo a lo desconocido. Signs, The Village, The happening... todas sus películas recrean el ambiente y el temor que genera el hecho de no saber. En Signs eran los seres del espacio exterior (que curiosamente ocupan un ínfimo porcentaje del film), en The Village, era el miedo a aquellos a quienes no se nombran; en El incidente, a una inexplicable obra de la naturaleza. Incluso en Lady in the water, un respiro artístico de Shyamalan, se incluye el suspense protagonizado por la amenaza de criaturas de otros mundos. The sixth sense es en realidad el desconocimiento de las personas que rodean a un niño cuyo comportamiento es extraño y que proviene de un "don": ver fantasmas. Este hecho genera pavor e incertidumbre, y más cuando el director lo mezcla con el viaje del espectador al mundo del crío.

La raíz del miedo, del auténtico miedo, radica en el desconocimiento. En Unbreakable, la trama gira en torno al misterioso poder que oculta David Dunn, un guardia de seguridad con una vida normal que sale ileso de un terrible accidente. Dónde todos fenecen, él se salva. ¿Por qué él? ¿Y si no fue casualidad? ¿Y si hay algo más? Todas estas preguntas son formuladas por Elijah Price, un tratante de arte comic con una deficiencia genética grave que ve en David a su antitesis.

Lo que más me gusta de esta película, es que contiene superhéroes y villanos, y sólo una gota de acción. Con estas, el film consigue entretenerme y gustarme. ¿Motivos? Primero, la mano de Shyamalan, con un talento único para describir y desarrollar cámara en mano toda la película (incluyendo la banda sonora y la excelencia que busca en el sonido, como muestra véase El incidente). Segundo, en la película se destila la creación de un héroe. Aún pensando que la película pueda estar carente de toda acción y pueda arrastrar al aburrimiento a los fans de Superman, subyace en el metraje la profunda reflexión que debe hacerse un hombre corriente cuando intuye que puede ser algo más que eso, que puede ser un superhéroe.

Me gusta también Elijah. De aspecto frágil y pasado demoledor que induce a la conmiseración, se descubre en él a un auténtico villano que no dudará en alcanzar su fin a costa de todos los medios. Su personaje inspira miedo cuando observas la mutación de su perfil frente a David: de ser su guía a ser su némesis. Como anécdota en la caracterización de Elijah, me gustó mucho el coche que viste, me pareció genuino.

Como punto negativo, puede que la trama tenga un final fácil y rápido, que me deja un poco decepcionado habiendo paladeado con deleite el inicio (potente la escena en el vagón) y el desarrollo de la película.

Aún así, como comenté antes, puede que Shyamalan sea el maestro contemporáneo en eso del suspense, incluso podría ser lo más remotamente cercano al celuloide del maestro Hitchcock.

Y con eso está todo dicho.

jueves, 15 de octubre de 2009

Grindhouse: Death proof

Stuntman Mike es un peligroso acosador motorizado, vaga de un lado a otro al volante de su coche "a prueba de muerte" en busca de inocentes féminas. A su paso sólo deja sangre, muerte, metal retorcido y huellas de neumáticos en el asfalto. ¿Quién será su próxima víctima? Sólo Stuntman Mike lo sabe.


Destripando.

Como comenté en el post anterior, Grindhouse: Planet terror, lo que salga del tándem Tarantino-Rodriguez siempre hay que tomárselo con precaución. Nunca sabes por donde van a salir, en que objetivo fijarán su mira. Lo único que intuyes es que estará impregnado del cine que destila cada uno de ellos a su manera: sangre, bizarrismo, sensualidad erotico-pornográfica, dialogos-monólogos y planos de extraña y privilegiada calidad.

En Death proof se encuentran todas estas gotas. La esencia pura del Tarantino que es capaz de meterte sus amados pies y sus cigarrillos Red Apple hasta que beses unos y fumes otros.

Como ya he comentado, Tarantino es capaz de hacer locuras y de hacer cine del que se aloja en la retina. Durante el visionado te pueden pasar dos cosas: que aborrezcas a la madre del susodicho o que te quedes en silencio viendo el desarrollo del metraje. A mi me sucedieron ambas. Creo que Tarantino se columpia en sus vicios en demasía (dialogo, dialogo, música, música, pies, pies, pies...) aunque también quedé prendado del aura maligna de Stuntman Mike (Kurt Rusell), un personaje que en su punto más siniestro es la representación del mal. Me hubiese gustado ver a Stuntman más dehumanizado, nada carnal... casi como el dueño del camión en el Diablo sobre ruedas.

Aún así, el señor Rusell, como tercera opción (se rumorea que el primero en la lista era Sylvester Stallone y el segundo Mickey Rourke... problemas de agenda al parecer) da el pego como el malo de la película. Lo demás: conversación, música, pies, alcohol, cigarrillos y muchos bustos y culos al mejor postor. Una pasarela deslumbrante en donde se codean dos amigas de antaño, Rosario Dawson y Tracie Thoms (vistas en Rent: la película), Zoe Bell (vista en Lost) y como elección propia, Vanessa Ferlito (siendo la antigua pasión de Tony Soprano).

No nos engañemos, gustará a los afiliados del club Tarantino y aburrirá a los demás. En mi caso, opino que nunca está de más pasar el rato en buena compañía, y una película de Tarantino lo es.

Grindhouse: Planet terror

Un pequeño pueblo se ve sumergido en una debacle traída por mutaciones genéticas que afectan a las personas. Cherry Darling, una bailarina de striptease en paro, deberá enfrentarse a esta plaga y descubrir su verdadera vocación de la mano de su antiguo amante, Wray.



Destripando.

Me sorprende que Planet terror sea, de tan hilarante, un producto (claro homenaje al cine de serie B) que bien supera a la morralla que en los últimos tiempos ocupa las pantallas.

Con un descaro y una desfachatez propias de la dupla Tarantino-Rodriguez, se presenta esta parte de la doble sesión Grindhouse: Planet Terror.

Planet terror se adentra en un pequeño pueblo cuyos aldeanos se verán en dificultades por una repentina oleada de infectados. El virus es extendido por medio de unos traficantes en la negociación fallida con soldados del ejército de los Estados Unidos. Los habitantes del pequeño pueblo tendrán que enfrentarse de este modo a los más atroces y sanguinolentos seres vivientes que sólo ansían comer carne humana.

Rodriguez va por otra senda. En sus películas se paladea el erotismo, películas de serie B, extremada violencia y humor negro. Deja un sabor parecido al cine que destila Quentin Tarantino y que, para bien o para mal, es diferente al resto. Quizá subyace en este punto una nota a favor de la propuesta de Rodriguez, aún siendo esta de lo más extravagante y exhacerbado. El caso es que cuando Rodriguez se propone contar una historia, la cuenta a su manera.

En Planet terror podemos asistir a una falta de seriedad en el guión, a una pasión por mostrar carne humana en putrefacción y a un desaforado uso del videoclip... Pero también se esconde entre la sangre el pulso de un cinéfilo, escenas de auténtica tensión y personajes que merecen un visionado (Josh Brolin y Marley Shelton en el hospital están geniales).

Aunque no pasara el corte para otros, mi pasión por los zombies no tiene límites y por lo tanto Planet terror está dentro de mi corazón. Llena mi mochila de acción, carne tierna, bestialidades varias y ropa femenina innecesaria y eminentemente corta (¿habiendo zombies que pintan tías en bikini?). Planet terror rebosa filia por la serie B, rebosa el apellido Rodriguez por todas partes (Dirección, guión, música... y su hijo delante de la cámara) y como parte de ese apellido, la película rebosa personalidad y la sensación de que se lo han pasado bomba en el rodaje.

Además está Bruce Willis. El infravalorado y sobrevalorado intérprete que todo lo puede y que viste cualquier papel que realiza con su simple aura de actor legendario. Tan chalado que es capaz de decir que sí a un tipejo mexicano apellidado Rodríguez, amigo de Tarantino para más inri.

viernes, 9 de octubre de 2009

L. A. Confidential

"Vengan a Los Angeles. Aquí brilla el sol, las playas son grandes y apetecibles, y los campos de naranjos se extienden hasta donde alcanza la vista. Hay empleos de sobra y los terrenos son baratos. Todo trabajador puede tener su propia casa y dentro de cada casa hay una típica familia americana feliz. Se puede conseguir todo esto y quien sabe, incluso ser descubierto, convertirse en una estrella de cine o al menos, ver una. La vida en Los Angeles es fantástica, es un paraíso en la tierra. Al menos eso es lo que dicen..."
Sid Hudgens
In the joint wiht Mickey C


Destripando.

En Los Angeles ocurren muchas cosas. La corrupción, el soborno y la droga están a la orden del día y lo peor de todo es que estos ingredientes corrompen a cualquiera: negro o blanco, rico o pobre, ladrón o policía. Ed Exley (Guy Pierce), hijo de una leyenda del cuerpo de policía, intentará por todos los medios combatir la lacra hasta en su propia comisaria, aúnque a su paso deba dejar los cadáveres de sus compañeros mediante testimonios que en poco ayudarán a su estima. Dos de estos policías, Bud White (Rusell Crowe), rudo y de modales más bien violentos contra maltratadores, y Jack Vincennes (Kevin Spacey), un detective que incluye en su curriculum golpes preparados por el periodista sensacionalista Sid Hudgens (Danny De Vito) se verán envueltos en la denuncia de Exley.

Estos tres policías se verán obligados a trabajar en busca de los culpables de la matanza ocurrida en la cafetería el búho. Poco a poco, los tres detectives llegarán a ciertas conclusiones que implicarán a personajes de alta alcurnia con la cara oculta de Los Angeles.

L. A. Confidential nos muestra una pléyade de personajes y hechos bien hilvanados en una película de corte clásico que hizo revivir el mejor cine negro. Un guión contundente y sin fisuras, una iluminación y ambientación perfectas y una cámara con latidos de cine clásico; así es el inicio, el desarrollo y el desenlace de esta película.

El elenco actoral es de lo mejorcito: Rusell Crowe, James Cromwell, Guy Pearce, Kevin Spacey, Danny De Vito. Y la gran sorpresa de la película: Kim Basinger. El halo de belleza clásica con que viste a su personaje es excepcional y turbador, merece la pena jugarse la vida y la muerte por ella.

L. A. Confidential es única. Cine clásico, cine negro, cine que a veces se extraña por estos lares y cine que se mantiene inmemorial en la retin, imperecedero en el recuerdo.

jueves, 8 de octubre de 2009

Sleepy Hollow

Ichabod Krane, inspector de policía en el Nueva York de 1799, es enviado al pequeño pueblo de Sleepy Hollow para desvelar la identidad de un asesino en serie que cercena la cabeza a sus víctimas.




Destripando.

No soy yo mucho de Tim Burton aunque, como ya relaté en otra de las entradas, su cine se acerca a la propuesta de distinción de directores como Clint Eastwood y Quentin Tarantino. Su filmografía está plagada de películas cuyo protagonista se suele mover entre la tragedia y el humor con suma facilidad. Esta lleno de personajes trágicos y atormentados, con gran fascinación por la muerte y la atracción de la oscuridad sobre la vida.

Aunque en muchas de sus películas se puede evidenciar repetición, por estos lares hay algunas propuestas aceptadas de Tim Burton en su quehacer fílmico: Beetlejuice, Batman, Big Fish.. Eso sí, para el aquí presente, la completa satisfacción llega con su película más alejada del cine que nos acostumbra: la maravillosa y clásica Ed Wood.

En Sleepy Hollow suceden extraños sucesos: cadáveres sin cabeza aparecen por doquier sembrados por un jinete sin cabeza. El detective de Nueva York, Ichabod Krane (Johnny Depp), es destinado a la pequeña aldea para esclarecer los hechos. Pronto se encuentra con que el jinete es uno más en la compleja conspiración perpretada por los ilustres hombres del pueblo.

La película tiene una ambientación conseguida en sus vestuarios y en sus escenarios. Tanto la ciudad como la aldea respiran de la atmósfera medieval y de los toques de oscuridad a los que nos acostumbra el director. Lentamente, el guión y la cámara nos conducen al temor que surge de la leyenda del jinete. Todo, tanto las escenas de acción como la investigación pausada, nos envuelven y nos retiene en el sillón hasta el desenlace final.

Para mí el punto fuerte es el jinete sin cabeza (Christopher Walken) cuyo pasado ilustrado en imágenes me encandiló por su belleza y su barbarie; y cuyos actos durante la película son auténticos baños de sangre. Porque si hay algo en lo que abunda la película es en la lascivia de sus escenas violentas: puñaladas, ejecuciones, cercenamiento de miembros, exhumaciones al por mayor... Y todo con terror, con tensión, con temor.

Como punto débil he de destacar el excesivo lirismo de los diálogos, en algunos momentos roza la zalamería, sobre todo en los referentes al amor con la joven Katrina Van Tassel (Christina Ricci). Aunque obviando estos, pude recrearme también con el humor negro que destilan algunas escenas que unidas al jinete hacen de Sleepy Hollow una verdadera carnicería sin dilaciones.

Por suerte, a parte de presenciar una contundente, terrorífica y justificada vendetta; podemos presenciar una compleja trama destilada con maestría y envuelta en atmósferas acongojantes.

miércoles, 7 de octubre de 2009

In the valley of Elah

Mike Deerfield, soldado destinado en Irak, desaparece misteriosamente durante su permiso en los Estados Unidos. Su padre, Hank Deerfield, investiga la extraña desaparición con ayuda de la detective Emily Sanders. Pronto descubrirán pistas que le llevarán a descubrir una verdad cruel y terrible.


Destripando.

En el valle de Elah nos introduce en el ejército de los Estados Unidos. Más concretamente en el mundo que habitan los jóvenes cuyas experiencias en combate dejan marcadas heridas que de regreso a su país se convierten en una realidad tan fría y cruel como desquiciada e incomprensible.

De la mano de Hank Deerfield (Tommy Lee Jones) y con ayuda de la detective Emily Sunders (Charlize Theron) el espectador siente en la piel el estremecimiento y el drama que vive una sociedad cuyos jóvenes son enviados a una guerra disparatada en pos de la paz y la democracia y que sólo devuelve muertos y monstruos.

Es en esto último en donde la película de Paul Haggis incide con un esclarecedor guión y un pulso irrebatible. La película demuestra cómo hay un sistema que transforma a las personas, las deshumaniza, las pervierte en la guerra y las devuelve convertidas en carcasas vacías llenas de odio. Y esto último es lo que deja esa sensación de estupor, de incredulidad, de terror en las personas que conviven con ellos y que son testigos de sus actos en la sociedad "civilizada", esa que los jóvenes alistados dejaron atrás para combatir por su país.

La película no indaga en la culpa, no exhacerba ni dirige balas de plata. El público ya sabe fehacientemente que la autoría de esta insania es de unos pocos cuyos motivos son vergonzosos. La historia se centra en las consecuencias de esta locura.

El elenco actoral es de primera calidad, con Susan Sarandon y un Tommy Lee Jones que cuando se lo toma en serio (no como en Batman o Men in Black) arrasa con todo y con todos. Quizá el metraje pueda pueda ser largo en sus 120 minutos, aunque al aquí presente no se le hizo pesada en ningún momento.

Además, Paul Haggis tuvo la habilidad para no clavarnos en demasía (alguna escena al final comete execrable crimen) lo que se les presupone a las películas americanas en los últimos tiempos: banderas, patriotismo, libertad, democracia y lecciones de bien y mal.

Por suerte deja que la historia hable, deja que la película transpire sólo cine del bueno.

domingo, 4 de octubre de 2009

The quiet earth

Zac Hobson se despierta en su cama siendo el único ser vivo que queda de la extraña desaparición de los humanos en el planeta Tierra. Zac tendrá que estudiar y recordar los hechos que propiciaron la desaparación de los terrícolas para poder encontrar la solución que le lleve a devolver a la Tierra a todos los seres humanos.



Destripando.

Zac Hobson, científico imbuido en un experimento a escala mundial, despierta tras su intento de suicidio en la cama de su habitación. Sin recordar casi nada de lo sucedido la fecha anterior, recorre las calles de su ciudad abrumado por ser el único superviviente de la hecatombe.

Zac intentará por todos los medios encontrarle la solución al problema y evitar volverse loco por la soledad. En esa investigación, se dará de bruces con la encantadora Joanne y el misterioso Api. Dos personas que estaban a punto de morir en el mismo momento en el que el experimento se llevaba a cabo. Esa extraña coincidencia le lleva a Zac a planear una última y desesperada acción: volar el laboratorio donde se realizó el experimento.

Película de ciencia ficción que seguía la estela de películas como El último hombre vivo (con Charlton Heston) o Juegos de Guerra donde la hecatombe de la humanidad y la soledad de ser el único superviviente traían de cabeza a sus protagonistas. Aquí, en The Quiet Earth, Zac y sus dos amigos se verán en la tesitura de encontrar una solución a tiempo para que el futuro de la tierra no sea el de quedarse como la ceniza.

El protagonista (Bruno Lawrence, baterista de jazz en la vida real) refleja fehacientemente los pesares y las bondades de ser el único humano vivo. Así mismo, los encuentros con sus dos compañeros de Tierra, Joanne (Alison Routledge) y Api (Pete Smith; como curiosidad interpreta a un orco en El Señor de los Anillos), se muestran emocionantes y tensos (más lo segundo que lo primero).

El guión flojea bastante en la interrelación de los personajes, nunca me creí las relaciones de los unos con los otros, relaciones demasiado débiles y carentes de profundidad. Y también en la salida fácil (aunque también desesperada, si lo vemos desde otro ángulo) en la forma de resolver el problema que asola al planeta. ¿Hay alguna razón empírica para volar por los aires las oficinas donde se realizó el fatídico experimento como solución al problema del vacío terricola? ¿Se podía haber dejado más terreno al cerebro científico que al martillo pilón en la búsqueda de soluciones?

Aún así, The Quiet Earth mantiene un status sólido como película de ciencia ficción que nos muestra un inicio inquietante, un mundo catastrófico sin fisuras (un lugar que aunque fúnebre, siempre ha sido alguna vez soñado por el aquí presente) y un final perturbador.