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sábado, 24 de octubre de 2009

Weeds

Nancy Botwin, mujer recientemente viuda y con dos hijos, decide convertirse en traficante de marihuana para poder pagar las deudas que se le acumulan. En su descabellado objetivo le ayudarán su cuñado y sus amigos más cercanos.

Así, Nancy y sus amigos empezarán un negocio lucrativo y subrepticiamente permitido en todos los estratos de la tranquila y elitista comunidad de Agrestic.

Destripando.


Weeds tiene cinco temporadas, a la espera de la sexta, voy a destriparla quirurgicamente. Como ya he comentado en otras críticas, no me gusta destripar una serie sin que esta haya acabado; ya que lo que hoy es de gran valor, quizá mañana deje de tenerlo. Aún así me voy a arriesgar, dado que la serie se merece por lo menos unos párrafos del que aquí escribe.

Nancy Botwin (Mary Louise Parker) queda viuda cuando su marido Judah (Jeffrey Dean Morgan) sufre un ataque al corazón mientras realizaba ejercicio con su hijo pequeño Shane (Alex Gould). Acuciada por las deudas, Nancy tomará la más descabellada, solícita y peligrosa medida: vender marihuana. En la ingente labor, poco a poco, irá involucrando a sus amigos más cercanos (su vecina Celia y el marido de esta: Dean Hodes; el alcalde de Agrestic, Doug Wilson; su cuñado Andy Botwin) y a su propia familia en el submundo del tráfico de marihuana.

No desentrañaré el argumento ya que en cinco temporadas suceden demasiadas cosas como para ponerlas en un papel, además voy a centrar mi crítica en la visión general de la serie, así el que quiera verla tiene garantizado mi clausula de confidencialidad.

La serie a mi parecer se apoya en tres pilares: su protagonista (Mary Louise Parker), el reparto que le salvaguarda (grande Justin Kirk desde el principio, grande Kevin Nealon, escandaloso el joven Alex Gould, el más pequeño y analítico de los hijos...) y el humor del que hace gala la serie.

Dispara contra todo y contra todos. Si hay algo en Weeds que sobresale es el humor salvaje, visceral y destilado que se encuentra a lo largo de la serie. Con grandes dosis de socarronería, el humor hace que todo engrane desde el primer momento, sobre todo para combatir los puntos negativos que tiene la sociedad americana (y practicamente de cualquier otra sociedad) como son: drogas, infidelidad, moralina, religión, raza, sexualidad...

Apoyados en guiones contundentes, los personajes se van revelando contra su estereotipo asignado y se descubre en ellos a auténticos drogadictos, pervertidos, masoquistas y gente cargada de prejuicios de toda clase. En Agrestic, ciudad residencial donde transcurren sus primeras temporadas, se va observando la doble cara de una sociedad perfectamente moralizada en las leyes y pervertida en la práctica. Allí donde menos lo puedas esperar ves una raíz perteneciente al mundo de la droga. Y es ese mundo el que toman los personajes como normal y lo muestran sin ningún atisbo de vergüenza o temor a escarnio público. Quizá radique en este punto una de sus mejores bazas.

Como punto negativo puedo decir que habiendo visionado las cinco temporadas emitidas, puede que no sea muy estricto a la hora de responsabilizar y culpar a los protagonistas por sus situaciones temporada tras temporada. Es decir, en el mundo de hoy dudo que nuestra adorada y valiente Nancy no hubiese acabado en cualquier vertedero o cuneta mediada la primera temporada. Salvando este punto, Weeds encabeza las series que mejor mezclan el drama, lo cómico, la intensidad en las interpretaciones y las situaciones hilarantes.

Ver el tridente Dean Hoges-Andy Botwins-Doug Wilson (Miller-Kirk-Nealon) a lo largo de las cinco temporadas no tiene precio. Estos tres son una de las mayores sorpresas tanto a nivel coral como individual (quizá Wilson cause repetición durante esta quinta temporada). Bien es cierto que los productores pueden continuar con la serie cinco o diez años más sólo basándose en estos tres personajes.

Lo mejor de Weeds es que más allás de las situaciones surrealistas de porreros y mujeronas, se destila en sus temporadas (sobre todo en la primera) una fuerte crítica al establishment que prohibe el consumo del cannabis (y a la vez se beneficia) y un ejemplo mordaz y real sobre el uso del opiáceo en la sociedad de hoy. Con sus causas y sus consecuencias.

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