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jueves, 8 de octubre de 2009

Sleepy Hollow

Ichabod Krane, inspector de policía en el Nueva York de 1799, es enviado al pequeño pueblo de Sleepy Hollow para desvelar la identidad de un asesino en serie que cercena la cabeza a sus víctimas.




Destripando.

No soy yo mucho de Tim Burton aunque, como ya relaté en otra de las entradas, su cine se acerca a la propuesta de distinción de directores como Clint Eastwood y Quentin Tarantino. Su filmografía está plagada de películas cuyo protagonista se suele mover entre la tragedia y el humor con suma facilidad. Esta lleno de personajes trágicos y atormentados, con gran fascinación por la muerte y la atracción de la oscuridad sobre la vida.

Aunque en muchas de sus películas se puede evidenciar repetición, por estos lares hay algunas propuestas aceptadas de Tim Burton en su quehacer fílmico: Beetlejuice, Batman, Big Fish.. Eso sí, para el aquí presente, la completa satisfacción llega con su película más alejada del cine que nos acostumbra: la maravillosa y clásica Ed Wood.

En Sleepy Hollow suceden extraños sucesos: cadáveres sin cabeza aparecen por doquier sembrados por un jinete sin cabeza. El detective de Nueva York, Ichabod Krane (Johnny Depp), es destinado a la pequeña aldea para esclarecer los hechos. Pronto se encuentra con que el jinete es uno más en la compleja conspiración perpretada por los ilustres hombres del pueblo.

La película tiene una ambientación conseguida en sus vestuarios y en sus escenarios. Tanto la ciudad como la aldea respiran de la atmósfera medieval y de los toques de oscuridad a los que nos acostumbra el director. Lentamente, el guión y la cámara nos conducen al temor que surge de la leyenda del jinete. Todo, tanto las escenas de acción como la investigación pausada, nos envuelven y nos retiene en el sillón hasta el desenlace final.

Para mí el punto fuerte es el jinete sin cabeza (Christopher Walken) cuyo pasado ilustrado en imágenes me encandiló por su belleza y su barbarie; y cuyos actos durante la película son auténticos baños de sangre. Porque si hay algo en lo que abunda la película es en la lascivia de sus escenas violentas: puñaladas, ejecuciones, cercenamiento de miembros, exhumaciones al por mayor... Y todo con terror, con tensión, con temor.

Como punto débil he de destacar el excesivo lirismo de los diálogos, en algunos momentos roza la zalamería, sobre todo en los referentes al amor con la joven Katrina Van Tassel (Christina Ricci). Aunque obviando estos, pude recrearme también con el humor negro que destilan algunas escenas que unidas al jinete hacen de Sleepy Hollow una verdadera carnicería sin dilaciones.

Por suerte, a parte de presenciar una contundente, terrorífica y justificada vendetta; podemos presenciar una compleja trama destilada con maestría y envuelta en atmósferas acongojantes.

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