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sábado, 17 de octubre de 2009

Unbreakable

David Dunn es el único superviviente de un accidente ferroviario. Sin ningún rasguño o herida, David se cuestiona con ayuda de Elijah Price, un tratante de comics, su propia naturaleza y su destino en el mundo en el que vive a partir de este funesto accidente. En su búsqueda reconstruirá su pasado dando luz a secretos temibles e inciertos sobre su identidad.


Destripando.

No os voy a engañar: Shyamalan tiene una parte significativa de mi alma. A través de su filmografía me fui enamorando de su forma de hacer cine, sobretodo del fulgurante manejo de la cámara.

A Shyamalan se le ha tachado de mediocre en el arte del cine de terror. Y creo que este es un error de marketing de los gordos. Sus películas, desde The sixth sense, han sido publicitadas como obras de terror, obras que daban miedo. Pero el auténtico cine que late en los filmes de Shyamalan es el del suspense. Es un genio del suspense, no del terror. De ahí creo que proviene el desencanto de un amplio sector del público que esperó en Shyamalan al nuevo Wes Craven o algo parecido.

Su filmografía juega alrededor de un eje: el miedo a lo desconocido. Signs, The Village, The happening... todas sus películas recrean el ambiente y el temor que genera el hecho de no saber. En Signs eran los seres del espacio exterior (que curiosamente ocupan un ínfimo porcentaje del film), en The Village, era el miedo a aquellos a quienes no se nombran; en El incidente, a una inexplicable obra de la naturaleza. Incluso en Lady in the water, un respiro artístico de Shyamalan, se incluye el suspense protagonizado por la amenaza de criaturas de otros mundos. The sixth sense es en realidad el desconocimiento de las personas que rodean a un niño cuyo comportamiento es extraño y que proviene de un "don": ver fantasmas. Este hecho genera pavor e incertidumbre, y más cuando el director lo mezcla con el viaje del espectador al mundo del crío.

La raíz del miedo, del auténtico miedo, radica en el desconocimiento. En Unbreakable, la trama gira en torno al misterioso poder que oculta David Dunn, un guardia de seguridad con una vida normal que sale ileso de un terrible accidente. Dónde todos fenecen, él se salva. ¿Por qué él? ¿Y si no fue casualidad? ¿Y si hay algo más? Todas estas preguntas son formuladas por Elijah Price, un tratante de arte comic con una deficiencia genética grave que ve en David a su antitesis.

Lo que más me gusta de esta película, es que contiene superhéroes y villanos, y sólo una gota de acción. Con estas, el film consigue entretenerme y gustarme. ¿Motivos? Primero, la mano de Shyamalan, con un talento único para describir y desarrollar cámara en mano toda la película (incluyendo la banda sonora y la excelencia que busca en el sonido, como muestra véase El incidente). Segundo, en la película se destila la creación de un héroe. Aún pensando que la película pueda estar carente de toda acción y pueda arrastrar al aburrimiento a los fans de Superman, subyace en el metraje la profunda reflexión que debe hacerse un hombre corriente cuando intuye que puede ser algo más que eso, que puede ser un superhéroe.

Me gusta también Elijah. De aspecto frágil y pasado demoledor que induce a la conmiseración, se descubre en él a un auténtico villano que no dudará en alcanzar su fin a costa de todos los medios. Su personaje inspira miedo cuando observas la mutación de su perfil frente a David: de ser su guía a ser su némesis. Como anécdota en la caracterización de Elijah, me gustó mucho el coche que viste, me pareció genuino.

Como punto negativo, puede que la trama tenga un final fácil y rápido, que me deja un poco decepcionado habiendo paladeado con deleite el inicio (potente la escena en el vagón) y el desarrollo de la película.

Aún así, como comenté antes, puede que Shyamalan sea el maestro contemporáneo en eso del suspense, incluso podría ser lo más remotamente cercano al celuloide del maestro Hitchcock.

Y con eso está todo dicho.

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