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domingo, 26 de febrero de 2012

G.I. Joe: The Rise of Cobra

Industrias MARS está a la cabeza de la innovación armamentística, fruto de ello, es su nueva creación: la nanotecnología militar. Pequeños robots que destruyen/descomponen cualquier material (tanques, hombres, edificios... ), un arma practicamente definitiva, y como tal, ambicionada por las principales potencias. COBRA, una organización criminal ultrapoderosa, roba el arma definitiva con la intención de sembrar el caos. Para evitarlo, un grupo ultrasecreto de soldados denominados G.I. Joe pretende combatir y fulminar la apocalíptica amenaza.

Destripando.

"En teoría los G.I. Joe no existen, pero si existieran, estarían formados por los mejores hombres y mujeres de los mejores cuerpos militares del mundo: los figuras". General Clayton Abernathy.

¿Has visto Too Fast too Furious? ¿Crank 2: High Voltage? Pues entonces entenderás que pretende el señor Stephen Sommers en su aventura con los G.I. Joe. Si hay una palabra que es clave en esta película, esa es trepidante. Trepidante en el argumento, trepidante en el ritmo, en los movimientos de cámara, en sus secuencias, en la presentación y desarrollo de personajes, en los disparos y las peleas; trepidante, en definitiva, en el minutaje de la película.
Que no me malentienda nadie, a favor de la película juegan muchos puntos: el principal es la leyenda G.I. Joe que durante décadas Hasbro ha utilizado para entretener a millones de niños con sus juguetes y con el serial animado. También juega a favor la mencionada tecnología: armamentos, aviones, exoesqueletos, todo un conjunto de ficción que hace del mundo G.I. Joe un envidiable escaparate para cualquier ejército del mundo. Otro punto clave a destacar en la película es el dinero. No hay minuto fílmico que no contenga una seria tajada al presupuesto de la película: escenas de combate, de peleas cronometradas, de cachibaches electrónicos, de batallas a pie, por mar, por debajo de él, por aire, por encima de él, llenas de localizaciones dispares como corresponde a una batalla por la salvación de la tierra. En fin, dinero bien invertido porque los efectos están muy bien diseñados y cumplen su función sobradamente.
Ahora bien, puntos negativos: un guión que no es mediocre pero que en su desarrollo se vuelve tal. Es decir, el ritmo trepidante, la sucesión de escenas entre pasado y presente, entre buenos y malos, entre distintos combates -submarinos o aéreos-, desconcierta y agota al espectador. Y claro, con un ritmo trepidante, las escenas de calma en donde se desarrolla el amor de los protas, el ligoteo del amigo simpaticón con la tia buena de las fuerzas del bien o el sufrimiento del ninja bueno y el malo, no calan lo suficiente en el espectador. Dejan una sensación de plástico, de personajes -historias, amores y lágrimas- superficiales y absurdos.
No obstante, he de recordar que la película tampoco hace alarde de sus ambiciones dramáticas, no contiene mensaje subrepticio. Aquí hay balas y balas es lo que vas a comer. Esta película va destinada a un público específico que está dispuesto a pasar dos horas comiendo palomitas y disfrutando de una película de acción. Ni más ni menos.