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domingo, 31 de enero de 2010

Up in the air

Ryan Binghman trabaja en una empresa que asesora a otras sobre despidos y reducciones de plantilla. Viaja por todo el país coleccionando millas de vuelo, durmiendo en hoteles, dando conferencias, conduciendo coches de alquiler y embarcando en aeropuertos. Esta vida, perfecta y despreocupada para Ryan, se ve amenazada cuando su jefe decide modernizar el servicio de despidos para ahorrar costes.

Destripando.

Ryan Binghman (George Clooney) tiene un estilo de vida peculiar. Gracias a su trabajo como asesor de despidos y reducciones de plantillas, viaja por todo el país coleccionando millas en busca de su única meta: 10 millones de millas en viajes de avión. Disfruta embarcando en aviones, durmiendo en hoteles, llevando lo más importante en una mochila y viviendo libre de ataduras. Este estilo de vida choca con dos hechos: Alex Goran (Vera Farmiga), una mujer con la misma vida que Ryan, y la modernización del servicio de despidos por parte de su empresa.

A priori, Up in the Air parecería otra película romántica más, otra más de las de chico-conoce/pierde/recupera-chica, otra más con el guaperas de turno y algún triángulo amoroso. Eso es lo que parece desde lejos, y aunque Up in the air tiene un toque romanticón, hay otro toque un poco más distingido. Un toque que intenta profundizar en la verdadera cuestión del conflicto de Ryan que bordea la crítica subrepticia a lo que nos rodea, a las acciones de la gente, a sus relaciones, a la vida que decidimos escoger y con quién vivir esta.

En la trama argumental destacan las ideas de lo cruel de un despido: las reacciones de la gente, la fría y calculada respuesta del ejecutor (Ryan y su compañera Natalie -Anna Kendrick-) y el agujero negro que dejan en las personas, el miedo ante el abismo de los años perdidos. Y hay que reconocer que el director tiene mano para hilar con buen tino las ideas anteriores con el estilo de vida de Ryan (su fría despreocupación, sus ideas, las relaciones familiares y, sobre todo, la relación amorosa con Alex) y su antítesis: Natalie -sentimental y visceral-.

El film tiene muy buenos momentos, el que mueve los hilos tiene verdaderas dotes para no caer en lo banal, en lo superfluo de la propuesta. Aunque quizás el metraje tenga su mayor pega en lo flexible que resulta ser la propuesta hacia el final, cuando todos los conceptos y la reflexión queda meridianamente clara y sólo queda la despedida del protagonista y la lección que de ello sacamos. Aún con estas, en el metraje se paladea un cine con un sello de calidad y personalidad distintivos, aparentemente sencillo.

Se adivina un futuro más que digno en Hoollywood para Reitman, un director con suma facilidad para realizar críticas sibilinas a un estilo de vida y a un mundo que se mueve más rápido que el propio ser humano.

1 comentario:

  1. toño14/2/10

    La estuve viendo ayer. No me digusto, pero a ratos se me hizo un poco lenta....

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