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martes, 22 de septiembre de 2009

True Blood

True Blood indaga en la convivencia de humanos y vampiros, una raza que ha aprendido a sobrevivir sin sangre humana gracias a la sangre sintética "true blood" importada de Japón. Así, los habitantes del planeta tierra tendrán que enfrentarse a una convivencia forzosa con el reciente movimiento de derechos de los vampiros que piden ser tratados como iguales. Sin embargo, en ambas partes surgen escisiones: humanos que se niegan a tratar con muertos y vampiros que se niegan a incluir en su dieta un falso placebo.


Destripando.

Normalmente suelo hacer críticas de series una vez que ha terminado su emisión. Por dos cosas: soy de los que ven las series por temporadas, nada de entregas semanales mezcladas con publicidades de consumo; y porque así es más sencillo mirar globalmente el desarrollo de la serie. No nos engañemos, lo que hoy es oro puede convertirse al día siguiente en chatarra. Sino, que se lo digan a Héroes.

En los primeros capítulos ya se adivinaba lo que iba a ser la serie: un vampiro entrando en un bar de la américa profunda no inspiraba más que problemas. Salvo por una cuestión adyacente, los vampiros son mirados como los negros en los setenta (que no sesenta, ahí todavía recibían dispendios policiales), estaban ahí y no quedaba más rollo que persignarse y aguantarlos. Quizá como mucho alguna pestilencia vocal por parte de los pueblerinos, pero nada más.

El problema surge cuando la llegada de Bill Compton (vampiro con estricta dieta a True Blood´s) coincide con una serie de asesinatos en el pequeño pueblo de Lousiana. Sólo una de las pocas personas que allí vive saldrá en su defensa: Sookie Stackhouse, la camarera del Merlotte´s. Ella tiene el poder de leer el pensamiento de la gente (a veces de forma involuntaria, otras no tanto) y en él ve un oasis de silencio (no puede leer el pensamiento de la gente muerta) que le permite liberarse de la presión que supone iniciar una relación sabiendo los oscuros secretos del otro.

A pesar de estos párrafos, lo que se supone azucar no lo es tanto. Por suerte, los que hemos nacido para disfrutar con el deterioro humano y con la sangre tendremos en esta serie algo más que besos y amor eterno entre dos especies condenadas a matarse. Es más, llega a tal punto la perversión de la serie que en algunas partes de su argumento hay más sexo que en las películas esas... sí... esas... las de medianoche.

True Blood se mueve bien entre el amor, la comedia (grande Ryan Kwanten), la tragedia, el conflicto religioso, el odio racial y la sangre. Los personajes que se muestran en la serie son de todo menos convencionales. El que más me llama la atención de todos es uno de los vampiros, un sheriff (vampiro encargado de la zona, algo así como alcalde o gobernador): Eric Norrhman (Alexander Skarsgard), cuya frialdad esconde una pulsión asesina bastante atractiva. El elenco actoral es de primera calidad a pesar de no ser muy conocidos, la que más: Anna Paquin como Sookie y Sam Trammell como Sam Merlotte. Aún así, tengo entre mis preferencias a Nelsan Ellis (visto en The Soloist) y a Chris Bauer (ah, sufro los efectos secundarios de The Wire).

Mención especial al trailer inicial, donde se muestra de buenas a primeras lo que será la serie: transgresión, sexo, fanatismo religioso, vicio y ningún atisbo de sobriedad. Todo ello bañado en una banda sonora con una gran carga de ironía y sexualidad.

Buena serie que arranca con grandes espectativas abriendo arcos argumentales interesantes y cerrando varios en sus dos primeras temporadas. Una serie interesante que promete más colmillos, más sexo y más sangre; al fin y al cabo... ¿a quién le apetece una True Blood cuando hay humanos?

1 comentario:

  1. toño22/9/09

    Buena critica. Para todoa quel que le guste la sangre y bichos vario...perfecta. La serie a superado con creces a los libros. Termina la temporada y ya tengo ganas de que empiece la siguiente, pero queda esperar un año.... con los libros ire matando el gusanillo.

    Un abrazo fuerte

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