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jueves, 27 de agosto de 2009

Shaun of the Dead

Shaun está en la treintena, trabaja de dependiente, vive con su hermano y su mejor amigo, detesta a su padrasto y visita a su madre bimensualmente. Como colofón a su mísera vida: acaba de romper con su pareja.
Cuando por fin intenta poner orden en su vida, un virus mortal asola el planeta tierra y convierte su Inglaterra natal en un paraíso zombie.



Destripando (nunca mejor dicho).

Siendo sinceros, está película me llegó a través de un amigo un poco raro. Entre los dos formaríamos lo que se llamaría un grupo de frikis. Antiguamente, asolaban mis recuerdos los personajes de serie B de una colección de cine zombie que mi hermano trajo un día a casa. Braindead, Zombie, Holocausto canibal, El ejército de las tinieblas, Terrorificamente muertos... Todas ellas me dejaron anonadado. ¿Serie B? ¿Qué es eso? Y lo descubrí.

Tiempo después, me tropecé con el amigo antes mencionado cuyo cerebro estaba sembrado por este género y cuyas manos portaban este film. Por aquel entonces, la industria del cine vivía de los remakes de George Romero, agotadas ya todas las posibilidades de terror iniciadas con Scream (los noventa, aquellos años...). Y después de aparacer la burda chanza y demás chistes enlatados que tratarían de repartirse las entrañas marchitas del género en plan risa (Scary Movie, Se lo que hicísteis el último verano,...).

Y aquí llegaba otra, a mi parecer. Una más de estas burdas comedias.

Después del visionado de la cinta me quedé pensativo. No era una más. Cierto que jugaba con la comedia, que había momentos de auténtico surrealismo. Pero también era cierto que Zombies Party, más allá de un alocado proyecto, escondía un guión repleto de reverencias al cine de antaño. Al de zombies y al de ciencia ficción. Y en su metraje podias ver ese guión. Un guión donde se puede palpar la tragedia zombie. Donde se deja rumiar, en los primeros instantes de la plaga, como el mundo va dejando de ser mundo y se convierte en el cataclismo soñado por el autor de este blog.

En los subsiguientes mil visionados, he tenido la sensación de que debían (sí, debían: obligación) haber avanzado más en la idea del desastre y no desdeñar su argumento con humor irreverente (algunas veces zafio) y finales consabidos.

Sin embargo, Zombies party fue y será una sorpresa deliciosa. Un cine que se echaba de menos, perpretado por dos chalados y con un auténtico objetivo en la película: partirnos de risa mientras el mundo deja de existir. Y os juro por Lugosi que lo consiguieron.

A saber: Simon Pegg y Nick Frost ya consiguieron la fama (en el Reino Unido) con la serie Spaced, emitida en la BBC. Hilarante y disparatada serie que recomiendo a cualquiera que se haya cruzado con este film. Posiblemente, Zombies party sea una extensión de esa serie. Y por lo tanto, digno de mi respeto y admiración.

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