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viernes, 11 de diciembre de 2009

Anthony Zimmer

François Taillandier es un hombre recién divorciado que se ve implicado por accidente en la búsqueda de un peligroso mercenario: Anthony Zimmer. A este hombre le buscan tanto el servicio secreto francés como la KGB, unos con el objetivo de detenerle, otros con el objetivo de matarle.



Destripando.

Interesante thriller gabacho que centra su argumento en la búsqueda del mercenario Anthony Zimmer, el cual, huido de la justicia, es buscado por evasión y blanqueo de dinero. Tan peligroso es Zimmer como violenta es la persecución: el servicio secreto francés, encabezado por los agentes Chiara (Sophie Marceau) y Akerman (Sami Frey), como el antiguo KGB, dirigido por el siniestro Nassaiev (Daniel Olbrychiski) intentarán cazarle. En tan frenética persecución se enreda Françsois Taillandier (Yvan Attal), un turista que es confundido con Anthony Zimmer.

Anthony Zimmer no es mala película en su inicio y en su desarrollo. La tensión y el argumento se van desgranando y van increscendo según la trama va concluyendo. A su paso podemos ver las oscuras artimañas y los terribles métodos que son utilizados en pos de una persecución que dejará sin aliento al espectador, o por lo menos mantendrá a este en su asiento.

A medida que la película avanza, he sentido dos cosas: la primera es notar un cierto halo de semejanza en algunas expresiones de Yvan Attal con el todopoderoso Robert de Niro (el joven, claro...). A medida que transcurre la película, no he dejado de notar estas similitudes en pequeñas miradas, en pequeñas expresiones que me recordaban al rey del Bronx.
Lo segundo, es la increible pulsión hacia el camino del amor (y de la desesperación, claro) por Sophie Morceau. Cuando el metraje andaba por la mitad, sus pequeños gestos me habían cautivado hasta lo extremo, deseoso de ver más de su expresión, de su cuerpo y de su cara...

Y así se ha ido desgranando el argumento hasta un final que... ¿os he comentado la pasión naciente por Sophie Morceau? Creo que es el principio y el final de la película. Ella y nada más que ella.

Detrás de ella, de su sencillez, se va escapando una buena historia que en su desenlace recuerda a otras cientos de miles de películas... Claro que si uno mira de reojo, e imagina a Robert de Niro en estado de gracia acercándose a Sophie Morceau... Todo thriller puede convertirse en obra de arte, ¿no?

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