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miércoles, 5 de noviembre de 2014

The Americans

The Americans narra la vida del matrimonio Jennings, una feliz pareja casada y con hijos que disfruta de la típica vida en Estados Unidos. Y que en secreto espían para su mayor enemigo: la URSS.







Destripando.

Siempre ha habido casos curiosos en la filmografía de los grandes directores cuando han desarrollado clásicos que han sido fracasos de taquilla estrepitosos. Blade Runner,  La noche del Cazador, Ciudadano Kane o Cadena Perpetua son sólo unos ejemplos claros en donde el gusto del público no consiguió rentabilizar lo que sí hizo el tiempo.

The Americans puede perfilarse de esa misma forma. Mantiene unos datos de audiencia discretos y es una fuente de miel para los críticos. Ni qué decir tiene que aquí en España casi ni suena en la televisión (creo que la pasan por FOX y Cuatro) y no incide en los aberrantes Trending Topics de Twitter. Simplemente, no es digna de mención. Pero The Americans está labrándose una reputación con un perfil silencioso y una historia muy personal.

La historia de un matrimonio feliz en Estados Unidos que trabaja para la URSS está bien llevada en sus dos primeras temporadas (la tercera sale en 2015). Sucede durante la década de los ochenta, cuando se alcanzó el pico de frío en la guerra soterrada (sí, la Guerra Fría) entre los dos sistemas, los dos imperios, los dos mundos.

The Americans es una historia de espías de las buenas. Quizá no alcanza el dramatismo de The Shadow Line pero habla con un idioma propio y su sentido del suspense se alza genuino tanto en las operaciones encubiertas que llevan a cabo el matrimonio como en las relaciones personales de ambos con su entorno.

Lo que más me gusta de The Americans, a parte de su ambientación y su cuidada puesta en escena, es la sensación de que los espías protagonistas son a la vez duros como el acero para llevar a cabo las misiones y a la vez frágiles cuando exponen a sus hijos (nacidos y criados en USA) a la cara oscura de su doble vida.

Las dos temporadas que he visionado no me han decepcionado y tampoco las he sentido como una pérdida de tiempo. Para mi no luce como una serie de leyenda (todavía), pero sí como una pequeña joya que se va puliendo año a año para brillar más.

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