Páginas

martes, 11 de noviembre de 2014

Interestellar

Cooper, un antiguo piloto de la NASA, es enrolado en una misión espacial que le llevará a explorar el espacio en busca de un mundo habitable para que la raza humana pueda abandonar la Tierra, aquejado de una crisis ecológica que hace insostenible la vida.






Destripando.

Es dificil valorar las sensaciones que deja un largometraje de casi tres horas con la profundidad de planteamientos que dibuja Christopher Nolan con Interstellar.

Su pulso, la fotografia, la producción, el sonido, el casting y la temática hacen que la película quede en la retina del espectador de forma certera e incluso salvaje. Sus planteamientos son crudos, como lo es la supervivencia, y las diatribas vitales de sus protagonistas son complejas e interesantes.

Valoro el esfuerzo y la palpable angustia de los exploradores espaciales: la tensión y la presión, la nostalgia y el peligro. Me gusta su historia de supervivencia, esa parte salvaje e inherente del ser humano, me aferra al sillón. Llega a poseerme la angustiosa exploración de lo ignoto: son sentimientos con fuerza en la película y están muy bien expuestos.

Sin embargo, hay dos puntos importantes que restan mucho a la película. El primer punto es el crédito de escepticismo que dono a Nolan para que me cuente historias de ciencia-ficción, me gusta el género y estoy dispuesto a no indagar en el cartón piedra de las explicaciones cientificas. Sin embargo, a medida que se desarrolla el metraje voy comprobando que el crédito inicial habrá de ser ampliado varias veces, claro síntoma de que estoy haciendo más esfuerzo en dejar de pensar que en creerme lo que veo en pantalla.

El segundo punto es el protagonismo que ejercen en la historia los personajes terrícolas: es decir, mi empatía por el viaje de Cooper se va desvaneciendo cuando contemplo la larga sucesión de historias inanes en la Tierra. Sé que son personajes que están perdidos desde el mismo momento en que el cohete sale del planeta. Intuyo que vivirán momentos de desolación y desesperanza, es lo que tiene una civilización que toca a su fin. Eso lo intuyo en la gravedad del viaje de Cooper. Por lo que para mi es un gasto de energia prestarle atención a sus diatribas existenciales, al trabajo de la hija científica y demás personajes. Sin embargo, lo que para mí representa un gasto de energia resulta ser un puntal en el desenlace de la película. Y eso es lo que más insatisfacción me genera, algo que me molestaba en la película resulta ser clave en el desenlace.

Lo que reina en mi memoria al terminar la película no es gratificante. Salgo del cine con un sabor agridulce en el paladar, una obra visual y sonara potente pero que no alcanza a darme la satisfacción que le presupongo a dicha obra. Esa es mi decepción con Interstellar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario