La gran estafa americana (American Hustle)

Irving Rosenfeld y Sidney Prosser son una pareja que se dedican a estafar a todo bicho viviente. En su camino se cruzará Richie DiMaso, un agente del FBI que obliga a la pareja a involucrar en turbios negocios a políticos y mafiosos de primera línea de New Jersey.




Destripando:

Después del visionado, tengo dos recuerdos vívidos de American Hustle (La gran estafa americana): uno es el vestido de escote sinuoso de Amy Adams (Sidney Prosser); y el otro, el de la fea panza de Christian Bale (Irving Rosenfeld). Y a decir verdad, estos antagonismos podrían trasladarse a mi opinión del film en cuestión.

Por un lado encuentro la seducción de los actores: Bale, Cooper, Adams, Renner, Lawrence... Por otro: los personajes que representan y que a lo largo del film rompen las espectativas que les da su filmografía. Por un lado, encuentro familiar el cómo se desarrolla la historia. Con esos aires a lo Scorsese, genio y figura, presentándonos situaciones y personajes con una clarividencia y agilidad extraordinarias. Por otro lado, la película que expone esos puntos fuertesse va diluyendo como un hielo al fuego.

Una escena, de las muchas, que representa mi sentimiento es el momento en el que la mafia aparece en acción: su diseño, su entrada me parece muy prometedor. Hombres trajeados, distantes, peligrosos, acodados en la barra dispuestos a hacer negocio o a enterrar a todos en el desierto. En ese momento sentía la tensión de entender que Irving y Sidney se habían pasado de la raya y estaban a punto de jugar a la ruleta rusa con dos o tres balas de más. Y sin embargo, esos mismos hombres, ese elemento de tensión, pasan a un plano en el que casi no pintan nada.

Eso me resulto clarividente de lo que era la película. Y el desenlace terminó por confirmar mis sospechas.

Al final, el título de la película en español que prometía un latrocinio filmado inolvidable se convierte en la reflexión posterior al visionado del metraje.