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viernes, 7 de febrero de 2014

El lobo de Wall Street (The wolf of Wall Street)

El lobo de Wall Street
Basado en hechos reales. Cuenta el ascenso y la caída de Jordan Belfort, de como un joven broker llegó a convertirse en millonario utilizando todo tipo de artimañas hasta ser perseguido por el FBI.




Destripando.

Una vez visto el film de Scorsese, uno puede pensar inmediatamente que ha visto una obra maestra. No se saldría de tono esa observación, pues hay muchos elementos que apoyan ese juicio. A saber: Scorsese detrás de la cámara y Di Caprio delante de ella.

¿Algún argumento más? Los hay, claro, pero son esos dos nombres los que pilotan la nave  y los que llevan el metraje por el camino de la perfección durante sus casi tres horas. Scorsese con el pulso que le inscribió en la historia de este Arte con películas como Casino o Uno de los nuestros (quizá las que más se asemejen a este film); y Leonardo Di Caprio, cuyo representación de Jordan Belfort es un trabajo de calidad exquisito.

Terminar una película de tres horas y que te deje la sensación de que ha sido una buena historia, bien contada, ya sería suficiente en estos tiempos que corren. Pero si detrás está el mejor Scorsese, el de las obras antes mencionadas, entonces la película se convertirá en una aventura increíble.

La película es entretenida, fascinante, arriesgada, a ratos excéntrica y a ratos terrible, como es el mundo que representa: la élite financiera. La visión compleja y a la vez simplificada de la cúspide económica. Cómo se amasan las fortunas, como se dilapidan, la impunidad para traspasar esa línea donde invertir es expoliar y donde cada persona lucha para llevarse el mayor bocado.

Ese el punto fuerte de la película, el excepcional cuadro que Jordan Belfort dibuja ante nosotros, el cuento de como los lobos se comen la presa y como cualquiera de nosotros, cual hienas, esperamos el turno en la rapiña.

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